sábado, 22 de diciembre de 2018

Pasión y entrega

Siempre me ha llamado la atención tu predilección por los culos grandes. Es por ello que yo me he convertido en tu musa del placer. Dices que adoras verme a cuatro con el culo en pompa siempre dispuesto para ti. Y sabes que a mi me encanta complacerte y mostrártelo en cualquier momento para hacerte feliz.

Tienes una gran colección de fotos mías en esa postura; en tu cama, en la mía, sobre la mesa del comedor, de rodillas en el suelo o apoyada sobre la meseta de la cocina. Siempre abierta, siempre deseosa de recibir tu polla. 

Gustas de azotarme las nalgas con ansía y sin piedad y te excita enormemente sentirme sollozar y gritar del dolor. Tus manos quedan marcadas en mi piel y yo las llevo orgullosa durante días como medallas que me gano en tu compañía.

Cuando te recreas al comerlo, me regalas un placer que me acerca al orgasmo y me arrastra a un deseo irrefrenable de que me sodomices sin piedad. Y así lo haces, a embestidas duras y certeras.

Mientras me haces tuya, no paras de repetirme que soy tu puta y me obligas a que yo te lo diga sin descanso. Si no respondo con la premura que tu exiges, me abofeteas sin piedad. Es entonces cuando loca del placer busco tu boca y te beso con ansía y desesperación. Es justo en esos momentos cuando me siento verdaderamente tuya y tu compruebas que nadie se va a entregar a ti en el modo que yo lo hago.

Nunca sé donde vas a decidir correrte y no es hasta el último momento que no soy consciente de dónde voy a recibir tu leche caliente y cremosa. Mi coño la recibe palpitante, mi boca la saborea con verdadero disfrute y mi culo se la traga ansioso. Cualquiera de mis agujeros están siempre dispuestos para ti.

En tu maravillosa compañía llego a alcanzar varios orgasmos en poco tiempo, pues tu cara de vicio y la manera en qué me haces sentir, unido a tus artes amatorias, consiguen que el nivel de excitación que alcanzo sea muy intenso e inmediato. En cada orgasmo, mojo un poco más tu polla con mi corrida y llega incluso en momento en que mi vagina se dilata de tal manera que tu enorme polla llega a sentirse pequeña dentro de mi cueva del placer.

Me haces gritar aun más fuerte de lo que es habitual en mí con cada orgasmo y los espasmos que tan loco te vuelven alcanzan una intensidad que llegan incluso a agotarme.

Cuando llega el momento de tu corrida, tras más de una larga hora entregado sin descanso a mi placer, me lo anuncias casi abducido por la irrefrenable locura del placer más intenso y descargas tu leche rozando la inconsciencia. Tras semejante esfuerzo te quedas agotado y desfallecido sobre mí y es en ese momento cuando la bestia que primero me sometió, se convierte en un hombre desvalido y desnudo de cualquier maldad. Y justo en ese instante es cuando descubro que te adoro, te adoro irremediablemente.

A ti te gustan los culos grandes y mi culo lo es. A mi me encantan los hombres maravillosos y tu lo eres.




martes, 27 de noviembre de 2018

Historietas....

Lo cierto es que en estos cinco años en los que llevo disfrutando del maravilloso mundo del sexo desinhibido y sin tabúes me he encontrado con personajes realmente peculiares. Cierto es también que yo siempre me he mostrado abierta a probar, conocer, experimentar y disfrutar de la mayoría de las locuras que me han invitado a hacer.

Recuerdo, por ejemplo, el chico jovencito y pequeñito que estaba loco porque yo jugase con su culo y que, una vez yo hube accedido (con mucho esfuerzo por su parte), encontré ante mí la escena de este chico en cuestión temblando tumbado sobre mi cama, con las piernas abiertas como si estuviera de parto, tapadito con una manta porque decía que tenía frío y con tal cara de acojone que más bien parecía que yo le iba a poner una inyección en vez de jugar con su pequeño culito.
La escena era propia de una película de serie B; yo metiendo la mano por debajo de la manta intentando localizar el agujero de su culo mientras le tranquilizaba con palabras bonitas y mensajes de tranquilidad. 
Como soy así, en vez de ponerme a reír a carcajadas y echarle de mi casa, me afané por tratarle con dulzura y hacerle sentir cómodo y bien. Conseguí penetrarle con un dedo y puedo decir que, al final, disfrutó de la experiencia. 
Aún hoy lo pienso y me entra la risa.


Otro chico, también joven, me pidió en una ocasión la polla que yo tengo de juguete para penetrar a mis amigos en casa. Le daba morbo venir a mi casa a buscarla y llevársela a la suya para jugar a solas con ella. Para él resultaba un reto poder meterse semejante falo. 
Pues nada, yo se la guardé en una bolsa muy mona y él vino a mi casa a recogerla. A los días nos citamos de nuevo y me la devolvió. Eso sí, me dijo que no fue capaz de introducírsela porque se hacía demasiado daño. Vaya por Dios.....


También conocí a un hombre maduro y algo amanerado que sólo buscaba que yo le retorciera duro los pezones mientras él se masturbaba. La verdad es que sólo estuve en su compañía unos diez minutos. En ese tiempo fui consciente de que no me resultaba divertida la experiencia y preferí despedirme e irme de su casa.

Otro hombre me pidió de manera insistente que le regalara un bote con mi pis para beberlo delante mío. Como me parecía divertido y morboso, accedí. Quedamos en un parque, nos sentamos en un banco y le obsequié con mi oro líquido. Se lo bebió como quien ingiere un buen vino, disfrutando y a sorbitos. Mientras tanto, tuvimos una charla distendida y genial. Cuando hubo acabado nos despedimos y se marchó encantado.

He regalado algún que otro tanga mío a varios crossdresser e, incluso, he acompañado a uno a comprar ropa interior femenina para que después la disfrutase con un buen maromo.

Supongo que, aunque ahora estoy menos activa, aun me queden más historias por vivir. Algunas extravagantes y otras hilarantes. Pero una nunca deja de sorprenderse con el ser humano y eso es lo divertido.




La vida empieza ahora (II)

Tras ese mensaje llegaron muchos otros.

Algunos sólo eran de mujeres con oscuros intereses buscando engañar a incautos inocentes, otros de hombres buscando contacto con heteros despistados y la mayoría eran de mujeres que no tenían claro ni lo que buscaban ni lo que ofrecían por esos lares. Mujeres perdidas en un limbo en el que no sabían moverse con libertad y que sólo conseguían despistar a sus interlocutores con sus idas y venidas.

Aun así; de vez en cuando, se encontraba con mensajes de mujeres con las ideas claras, mujeres directas y reales. Con muchas sólo llegaba a intercambiar un par de frases, pero con otras conseguía una cierta complicidad que le hacía mucho bien.

Durante mucho tiempo, vivió absorto en su vida B. Las horas pasaban sin sentido, el trabajo quedó relegado a un segundo plano y acabó por notarse en su rendimiento. El tiempo que antes dedicaba al gimnasio, en muchas ocasiones lo limitaba a quedarse en el coche a la puerta del centro deportivo charlando desde la tranquilidad de su soledad.

Y, por primera vez, se sentía feliz. Charlaba de temas banales, se intercambiaba fotos sugerentes con ellas e, incluso, llegó a tener sexo vía teléfono y cam con un par de amigas.

Su autoestima subió como la espuma y se sentía más sonriente y parlanchín. Por supuesto; su mujer notó en él un notable cambio, pero prefirió mirar para otro lado y disfrutar de la tranquilidad que esto le reportaba en su día a día. 

Le encantaba hacerse pajas en los sitios más variopintos: en el coche, en el baño de un supermercado, en el vestuario de su gimnasio...Hacerse vídeos y fotos de su polla dura y sus corridas le ponía cachondísimo. Podía pasar horas mirando las fotos de las mujeres que se mostraban, cachondas, para él. Eso le hacía sentir importante y deseado.

Así pasó meses, sin atreverse a dar un paso más. Para verse cara a cara con una mujer necesitaba sentirse preparado y, aunque le surgieron varias oportunidades, las rechazó cobarde. El morbo que esta nueva situación le regalaba era más que suficiente para él.

Pero, como suele ocurrir, conoció a la persona adecuada. La mujer por la que se veía capaz de arriesgar todo lo que tenía. Sabía que un sólo beso de esa rubia bajita de grandes ojos y tetas pequeñas le iba a merecer cualquier peaje que tuviera que pagar.
Pasaron semanas organizando su primer encuentro, ambos querían que éste fuera especial. Amén de los nervios y nuevas sensaciones que provocaban en él una experiencia de semejante índole.

Aquella tarde, en esa cafetería, mientras esperaba por su acompañante, se sintió el hombre más afortunado del mundo. Y, solo por eso, todo merecía la pena. 

Cuando la mujer atravesó la puerta de entrada y le miró a los ojos mientras caminaba hacia él, pensó que perdía el conocimiento. Supo que jamás volvería a sentir lo que en ese momento le estaba ocurriendo e hizo un gran esfuerzo por grabar para siempre esa felicidad en sus entrañas.
Su corazón palpitaba fuerte y su polla le dolía dentro del pantalón, con una dureza que desconocía que podría llegar a sentir.

De repente, estaban cara a cara. Las pupilas dilatadas, las mejillas coloradas, los labios hinchados, la voz entrecortada y el corazón luchando por no salirse del pecho. La sonrisa no les cabía en la boca.

Dos besos. El tiempo se para mientras se miran y; entonces, la fuerza de la atracción y el deseo les llevó a acercarse lentamente y unir sus labios en un beso que a ambos les supo a cielo. Pasaron largos minutos así, abrazados y unidos por sus salivas y sus ganas.

En ese momento, sin saberlo, se habían convertido en amantes.


martes, 20 de noviembre de 2018

La vida empieza ahora

La monotonía es una pesada mochila que lleva demasiado tiempo llevando a la espalda. Ya pasa los cincuenta y tiene la sensación de haber dejado volar los últimos veinte años.

En este tiempo ha acabado su carrera, consiguió un trabajo que le proporciona una vida cómoda y en el que se siente seguro y realizado en el plano laboral, tiene un familia y un pequeño grupo de amigos con los que pasa el mayor tiempo de su ocio.

Cuida su alimentación y hace deporte cuatro veces por semana, su pelo ya comienza a peinar canas pero el otoño no ha llegado todavía a su cabeza. Nunca se vio guapo y nadie se preocupó en decirle lo contrario pero, hasta ahora, eso nunca le pareció relevante.

Su vida es convencional y aburrida, perfecta hasta el hastío. Pero no es feliz y ahora se da cuenta de que no lo es desde hace demasiados años.

Quiere a su mujer, pero no está enamorado. No recuerda el momento en el que la llama se apagó, pero intuye que sus hijos eran aun muy pequeños. Sabe positivamente que ella tampoco lo ama a él y no se lo reprocha. Es un pacto silencioso que ambos aceptan de un modo demasiado natural. 

Cada mañana y antes de su ducha, se masturba de manera mecánica para sentirse aliviado y tranquilo. Una rutina como cualquier otra. Para correrse, a veces piensa en las enormes tetas de una compañera de trabajo, otras se imagina a  una jovencita cachonda que le hace una mamada pero en la mayoría de las ocasiones ve algún vídeo de Internet a través de su teléfono,con el sonido muy bajito, aprovechando el ruido que hace el agua caliente saliendo del grifo de su bañera.

Follar....¿qué es eso? Hace siglos que no la mete en un coño caliente. De hecho, esta seguro  de que el de su mujer jamás lo estuvo. Nunca tuvieron un sexo espectacular, sino más bien clásico y aburrido, pero al menos disfrutaba de la sensación de correrse dentro de una mujer cada cierto tiempo. 

Y ahora se da cuenta de que todo eso le esta matando. Su vida de mierda, sus frías y asépticas pajas, la privación de cariño y de ternura, la necesidad de sentirse deseado y de desear.....
Se ha conformado durante demasiado tiempo y siente que se esta haciendo viejo aun sin serlo; un amargado y desganado hombre cualquiera que esta dejando su vida pasar. 

Sabe que el motivo del incipiente cambio que esta notando en su pensamiento es debido a uno de sus amigos de la pandilla, recién separado y que alardea de libertad y sexo sin límites. Últimamente, cada vez que se ven para tomar unas cervezas, le habla de páginas de contactos, de mujeres calientes y dispuestas, de polvazos en hoteles, de noches de risas y vino, de vidas vividas....

Y él quiere eso, necesita eso: vivir y sentirse vivo.

No sabe ni por dónde empezar, incluso siente ciertos remordimientos. Aun no ha dado ningún paso en firme y ya siente que es un hombre infiel. Sin embargo, a la vez, ve ante él un horizonte que se le antoja maravilloso aunque eso le parezca muy difícil de conseguir. Pero en su fuero interior sabe que debe intentarlo. Es eso o volverse loco.

Una tarde decide hacerse un perfil en una web de contactos, no sin dificultad, desde su oficina. Suda mientras va rellenando los campos y tiembla de los mismos nervios. 
No sabe qué debe poner para presentarse, no cree que tenga nada interesante que mostrar de él. Aún así, decide que lo mejor es decir la verdad. 

Sexo: Hombre
Edad: 54
Peso: 75
Altura: 181
Ojos: Marrones
Pelo: Canoso
Estado civil: Casado
Dotación: Media 

"Hombre maduro cansado de la monotonía. Deseando vivir"

Cuando llega al campo que le solicita foto cree que se va a desmayar, pero su amigo le ha dicho que los perfiles sin foto no tienen ningún éxito, así que se hace una foto rápida frente al espejo del baño, muerto de la vergüenza y sin saber muy bien cómo posar, recorta su cara y la añade a su perfil.

De repente se da cuenta de que esa sensación que le invade; la mezcla entre el acojone, la ilusión y lo prohibido, le está gustando. Hacía tiempo que no se dedicaba a algo con tanto interés y el modo en que palpitaba su corazón le recordaba que, efectivamente, aun tenía sangre en sus venas. Pensó que si lo que le esperaba le provocaba algo parecido a eso, no quería perdérselo por nada del mundo. 

Cuando se quiso dar cuenta ya era la hora de salir. El tiempo había pasado volando. 

Después de elegir un nombre para su nick, tarea que le resultó trabajosa, y darse un paseo por la página para familiarizarse con su funcionamiento y visitar los perfiles de varias mujeres con sus fotos provocativas y sus presentaciones, se dio cuenta de que estaba empalmado. ¡Estaba empalmado! Por primera vez  tuvo que ir al baño de la oficina a hacerse una paja antes de irse a casa. Y, sin duda, fue la paja más satisfactoria que había tenido en mucho tiempo....

Cuando llega a casa, se sorprende sonriente. De inmediato cambia su rictus, no quiere levantar ninguna sospecha. Como cada día, charla cuatro tonterías sin importancia con su mujer y le pregunta a sus hijos qué tal les ha ido el día. 
Después de cenar, ella se irá a la cama temprano y él aun se quedará un par de horas más en el salón viendo la tele mientras se toma un café. 

En casa es rara la vez que usa el ordenador de noche, pero esta vez siente el impulso de entrar de nuevo en la web. Lo hace como un ladrón en su primer robo: nervioso y receloso. Se siente como un niño chico desobedeciendo a su madre, temeroso por la regañina pero divertido por la travesura.

Mete la dirección de la página, rellena el nick y la contraseña y su cara se vuelve blanca de repente.... 

Tiene un mensaje nuevo en su bandeja de entrada.


miércoles, 17 de octubre de 2018

Tu leche

Tu leche es mi alimento: mi alma se nutre de ella.

El regalo que acompaña a tus corridas es el elixir que me rejuvenece, me hace sentir bella y completa.

Tu lo sabes bien, tu leche debe acabar en su lugar: dentro de su dueña.

Cuando descargas dentro de mi coño, después de haberme llevado a varios orgasmos con tu polla dura insertada en mí, adoro sentir como entra caliente y palpitante mientras te escucho decirme que me quieres, con la voz entrecortada entre jadeos. Eres un hombre de gran aguante y tienes la capacidad de follarme en mil y una posturas antes de correrte en mí.

Me resulta harto difícil elegir cual es mi favorita, pues cada una de ellas me proporciona un placer de una forma diferente. Además, en muchas de ellas me deleito observando tu cuerpo fibrado y tu cara de tierno vicio mientras me miras sin apartar tus ojos de mi.

Aun hoy, hay momentos en los que te miro mientras me llevas a uno de los cien orgasmos que alcanzo a tu lado, y aun no sé si te tengo o te sueño. Eres tan guapo, tan irresistiblemente guapo, que me pareces hasta mentira. Pero lo cierto es que tu eres solo verdad, mi gran verdad.

Te encanta que sea yo la que te cabalgue y así solemos empezar a follar. Año y medio después, un calambre de placer aun atraviesa nuestros cuerpos en el preciso momento en que nos sentimos unidos primera vez en cada encuentro.

Sobre ti, a horcajadas, disfruto del placer mientras te recreas con tu lengua en mis tetas. Nos turnamos para marcar el ritmo de nuestro sensual baile  y mi primer orgasmo nunca tarda en llegar, regando con mi corrida tu polla y huevos. Justo después, no puedo evitar lanzarme a  limpiarte con mi lengua, pues soy adicta a la mezcla de nuestros sabores sobre tu piel.

El momento de separarnos nos resulta muy placentero y por eso dejamos que tu polla húmeda y caliente salga muy lento de mi coño palpitante y mojado. Disfrutamos de ese instante con la misma intensidad que cuando te quedas dentro de mí, quieto y abrazado, y yo aprieto fuerte tu polla con los músculos de mi vagina para sentirla muy mía, para sentirte solo mío. 

La postura del misionero me permite apretar fuerte tu precioso culo. En muchas ocasiones sientes como te clavo las uñas o te azoto con fuerza desmedida, abducida por la locura de sentirte muy dentro.
En el momento que decides penetrarme de lado y me permites ver como entra y sale tu polla de mi a la vez que puedo coger fuerte tus huevos con mi mano, me llevas a un éxtasis en el que es imposible no alcanzar otro orgasmo.

Te conozco muy bien y sé cuando deseas que me coloque a cuatro. Me encanta sentir tu polla dentro en esa postura. Puedes follarme el coño y el culo a tu antojo, ambos están preparados siempre para ti.
Cuando me estas embistiendo, a un ritmo que pocos pueden alcanzar y, a la vez, me sujetas fuerte del pelo y me azotas las nalgas, alcanzo unos orgasmos de enorme intesidad.

Y, tu, que eres tan generoso conmigo, no quieres correrte hasta que yo hube alcanzado varias veces el climax. Y, en ese momento, en el que me llenas de ti, siento que no puedo ser más afortunada por tenerte y ser la dueña de tu placer.

De cuando en cuando, te pido que te corras en mi boca porque verdaderamente necesito tragarme el alimento que me mantiene viva, junto con tus besos y tu caricias infinitas.

En nuestras conversaciones más íntimas te lo comento: estoy deseando volver a verte mientras te follas a otra. Pero, esta vez, buscaremos la forma para que te deje correrte sobre ella, una vez te hayas quitado el condón. Me da igual si lo haces sobre su culo, sus tetas o su clítoris. Y me da igual porque yo estaré ahí para recuperar lo que es mío, para limpiar tu leche una vez la hayas derramado sobre ella.

Porque tu leche cuando está en mí, esta en su casa. Y nada nos hace más felices.

viernes, 5 de octubre de 2018

El probador

Ahí soy feliz, me encanta pasar una tarde tranquila de compras en un centro comercial un par de días al mes. Adquirir ropa bonita, algún conjunto de lencería sexy, una barra de labios o cualquier capricho que se me antoje, me proporciona una sensación muy placentera; amén de lo que disfruto pasando horas mirando y probando sin estar pendiente del reloj.

Ese día, cuando levante la vista de un vestido precioso color granate de manga larga y muy escotado que me dejó obnubilada y estaba dispuesta a probar y crucé mi mirada con la de aquel hombre, supe de inmediato que la tarde iba a mejorar sustancialmente.
Me lo dijeron el rubor de mis mejillas, la humedad de mi coño y el escalofrío que recorrió en un segundo todo mi cuerpo.

Habían pasado dos años abundantes desde nuestro último encuentro. No recuerdo con nitidez la causa exacta que nos llevó a dejar de vernos, seguro que cualquier tontería sin importancia.

Nicolás sigue igual de atractivo y sonriente y con ese extraño poder suyo para ponerme nerviosa tan solo con su presencia. Eso siempre me gustó, la sensación de sentirme vulnerable junto a él me excita sobremanera.

No despegamos nuestros ojos de los ojos del otro hasta que nos encontramos frente a frente y un sonoro beso en mi mejilla retumbó en toda la planta de ropa del Corte Inglés. Yo le correspondí con un gran abrazo y pasamos unos minutos poniéndonos al día de nuestras vidas.
Nicolás había cambiado de pareja en ese tiempo y se encontraba en ese lugar buscando un regalo de cumpleaños para su nueva chica.

Mi corazón latía fuerte y mis pupilas se dilataban por momentos mientras charlábamos y sentía la reciprocidad en su mirada y sus gestos.

Decidí cambiar el rumbo de la conversación y le mostré el vestido que tenía en la mano. -"Me he enamorado de este vestido y quiero probármelo. Sería genial que me dieras tu opinión." -"Encantado" me respondió, con una sonrisa de oreja a oreja.

Puedo apostar y no pierdo que en ese instante su polla reaccionó como un resorte y ya le apretaba dentro de sus ceñidos pantalones. Cierto es que mi coño ya palpitaba ansioso desde que mis ojos se cruzaron con los suyos. Mis pezones, erectos, ya se marcaban en la camiseta que llevaba puesta y Nicolás se había dado cuenta y hacía verdaderos esfuerzos por mantenerme la mirada y no llevarla por otros derroteros.

Juntos nos encaminamos a los probadores con la ilusión de quien acaba de recibir un dulce bombón y sabe que en segundos va a disfrutarlo en su boca.

Apenas cerré la puerta del pequeño habitáculo cuando comenzamos a besarnos con ansia y verdaderas ganas. Hay hombres que tienen un modo de besar que se convierte casi en un vicio.
Sin darme cuenta ya estaba desnuda, sus manos son prodigiosas en el arte de quitarme la ropa.

Cuando se agachó ante mí supe bien que estaba deseando. Y se lo dí. Apoyé una pierna sobre el asiento del probador y le ofrecí mi coño dulce y jugoso. Al sentir el calor de su boca se me escapó un gemido, entonces el me miró sonriendo con sus ojos y yo fui consciente del lugar en el que estábamos.
Levanté la vista y vi nuestra imagen ante el espejo, eso elevó aun más mi excitación.
Cuando sentí que mi orgasmo estaba ya cerca le cogí fuerte del pelo y pegué su cabeza aun más a mí.
Su lengua, trabajadora, aumentó el ritmo y la intensidad sobre mi duro clítoris y me acompañó hasta que el último de mis temblores le indicó que la corrida ya había llegado a su fin.
Su boca y barbilla quedaron empapados de mi sabroso néctar. Puedo dar fé de mi sabrosura pues yo misma me encargué de lamerlo directamente de su cara.

Mientras nos besamos yo me encargué de abrir su cinturón, abrir su cremallera y liberar su polla presa en la cárcel de sus pantalones. Ya estaba babosa y lloraba de ganas. Me encantó volver a sentirla en mi mano y disfruté un buen rato jugando con ella mientras la masturbaba y acariciaba alternando la intensidad con las caricias de mis dedos sobre su capullo.

-"si sigues así me voy a correr" me dijo nervioso. -"¿quieres llenarme la boca con tu leche caliente?" le susurré.-"si, por Dios. Sabes que eso me vuelve loco" me dijo mientras disfrutaba de mis tetas a dos manos.

Dejé de tocarle y le acerqué una teta a la boca para darle de mamar un ratito. Siempre me gustó su modo de mordisquearme los pezones y de recorrer mis aureolas con su húmeda lengua. Mientras, me la apretaba con fuerza hasta hacerme el justo daño, ese que me encanta sin llegar al exceso.

Cuando mis ganas de polla ya eran incontenibles me puse de rodillas ante él, de tal modo que el veía mi culo y espalda en el espejo.
Comencé a lamer la punta, dedicada por completo a limpiar cualquier rastro de líquido preseminal. Una vez la dejé bien limpia me la metí por completo en la boca, a sabiendas que es una práctica que le encanta. Sus temblores y el modo en que se agarraba a mis hombros me dieron la razón.

-"Necesito correrme, Alba, lo necesito. Necesito correrme desde que te ví. Quiero llenarte la boca de leche, quiero que te la tragues y te vayas llena de mi. Cuando beses a tu chico esta noche tus labios aun sabrán a mi polla y eso me pone muchísimo"

Obedeciendo a su deseo comencé a succionar con ritmo y presión hasta que comencé a sentir su regalo caliente en mi boca. Escuché un gruñido ahogado y noté como su cuerpo se tensionaba durante unos segundos.

Cuando sacó su polla de mi boca yo se la mostré abierta y llena de leche antes de tragármela satisfecha.

Me ayudo a incorporarme y me instó a probarme el vestido para darme su opinión. Por supuesto me lo compré y cada vez que me lo pongo no puedo evitar mojarme con el recuerdo.

Aun nos dio tiempo a tomarnos un par de cañas antes de despedirnos, no sin antes prometernos que no volveremos a dejar que vuelva a pasar tanto tiempo sin volver a vernos.



jueves, 20 de septiembre de 2018

El espejo

Dos cuerpos desnudos frente a un espejo.

Hombre y mujer en perfecta sintonía. Aquí ni la edad ni el físico parecen relevantes.

Desconocidos fuera de ese cuarto, amantes inseparables en cada encuentro. Años avalan esta relación prohibida.

Él sentado sobre una butaca, ella encima suyo con la polla insertada.

Les encanta observarse mientras juegan, el espejo es casi siempre uno más en sus fantasías. Otras veces se acompañan de dildos y vibradores, no permiten que la rutina se apodere de una relación tan perfecta.

Ninguno desea que la llama que ambos han encendido se apague nunca. Aunque saben que nada es para siempre y lo suyo está condenado a acabarse desde el mismo momento en que ha comenzado. Ese es el sino de los amantes: vivir intensamente algo que terminará, lo más posible, con dolor y maravillosos recuerdos.

Ella se mueve, armoniosa, sobre él. Con las manos apoyadas sobre sus rodillas baila la cadera con perfecta sensualidad. Ninguno quita de la vista la imagen de ambos en el espejo y la excitación va en aumento.

Sus tetas son grandes y la fuerza de la gravedad hace años que ha sido implacable con ellas. Pero a él le encantan así, con sus oscuras aureolas y duros pezones. El hombre se las agarra fuerte y mira como rebosan entre sus manos. En ese momento ella comienza a cabalgar con más intensidad. Mientras, la besa el cuello y llega a morderle un hombro con la excitación del momento. A ella, esos arranques casi salvajes le encantan y encienden.

El primer orgasmo está ya cerca. Desde que se conocen disfrutan del privilegio de llegar a correrse a la vez. Los gemidos se intensifican, los jadeos comienzan a entrecortarse y él comienza a sentir como el elixir caliente que brota del coño de ella le arrolla por los huevos.

Durante dos minutos los dos se convierten en uno. Nada importa más en este mundo que el orgasmo que ambos se están regalando. No existe nada más, nadie más. En ese instante, cuando lo más grande y lo más bello se hace realidad ambos llegan a conocer el significado de la verdadera felicidad.

Después, pasarán unos minutos callados, exhaustos y relajados. Ella seguirá sentada con su polla dentro, le encanta sentir como se va poniendo flácida dentro de su coño. Él no dejará de abrazarla en todo ese tiempo.

Como es costumbre en ellos, ella se levanta para tumbarse sobre la cama. Boca arriba y con las piernas bien abiertas le deja el coño dispuesto para que él se lo deje bien limpio a lametazos. No quedará rastro de ningún fluido: semen y corrida vaginal entremezclados le otorgan un sabor a ese coño que puede compararse al mejor de los manjares.
Un coño grande y naturalmente peludo. Con una frondosidad ya poco vista entre las mujeres y que  a él le encanta sentir entre los labios mientras se lo come.

No dejará de disfrutarla hasta que ella llegue a su segundo orgasmo. Los días que le cuesta algo más alcanzarlo, él se ayuda de dos dedos para metérselos por el culo. Cuando ella se siente llena por ese agujero se pone muy perra y se corre rápido y más intenso.

Ella gime y le aprieta fuerte la cabeza, mientras le despeina con ternura. Gritos ahogados anuncian un nuevo orgasmo y él se esmera por mover la lengua aun más rápido sobre su duro clítoris. Temblores y espasmos acompañan el momento, mientras el hombre se bebe el ansiado líquido por el que tan duro ha trabajado.
.
De nuevo, el silencio. De nuevo los abrazos y las caricias. Aun tienen tiempo para descansar, con un ligero sueño, con sus cuerpos desnudos y sudados sobre la cama antes de ducharse y volver a sus monótonas vidas. Unas vidas que sólo tienen razón de ser gracias a esos encuentros.



lunes, 17 de septiembre de 2018

Foto regalo


Organizando conceptos

Entro cualquier día en Facebook o Twitter (las plataformas que utilizo habitualmente para dar a conocer mi blog) y me encuentro con muchos perfiles de personas que no tienen las ideas demasiado claras con respecto a los conceptos que rodean al mundo del sexo.

En el ámbito sexual nada es igual y todo es permitido, pero no es conveniente equivocarlo, sobretodo si queremos llegar a alcanzar lo que realmente estamos buscando cuando nos hacemos un perfil de estas características.

No todo el que busca sexo por internet es liberal. Muchas personas se presentan como tal y están muy lejos de serlo jamás. Que un hombre tenga la fantasía de follarse a una mujer casada mientras su marido observa la escena no lo convierte en liberal. Liberal, en tal caso, sería el matrimonio que lo invita a su cama.

Una persona liberal es alguien abierto de mente, que tolera y respeta cualquier tipo de práctica sexual. Y que, llegado el momento, disfruta sin tabú de su sexualidad y la de su pareja (en caso de tenerla).
Un liberal es respetuoso, discreto y empático. Un liberal no se asusta ni critica la forma de vivir el sexo del resto de personas, amén de sus gustos personales.

Dentro del mundo liberal hay, como he dicho, parejas. Pero, ojo, no todas las parejas son liberales.
De hecho, los swinger (parejas estables que disfrutan del intercambio de parejas) no suelen ser liberales. Este grupo suele interactuar bajo unas reglas bastante estrictas. La gran mayoría obliga al cumplimiento de exigencias tales como la obligatoriedad de que la otra pareja sea estable o la presentación de analíticas que muestren un buen estado de salud. Es normal pactar el modo del que transcurrirá el encuentro (los cuatro juntos en la misma habitación o por separado, quedar a tomar algo primero o quedar directamente en el lugar donde van a jugar, ver fotos o videochat de la otra pareja junta antes de dar el paso a conocerse en persona....)

La mayoría de los swinger no quieren tener contacto ninguno con chicos sólos. Por algún motivo que aún no llego a entender, las chicas solas siempre son bienvenidas a sus perfiles o su cama.
Una minoría, a veces, gusta de jugar con un hombre, pero tienen la costumbre de tratarlo  como un mero juguete sin sentimientos ni derecho a elegir sus gustos. El chico invitado a participar en su juego, sólo interactuará con la parte femenina de la pareja, siguiendo los patrones marcados con anterioridad por la pareja.

Por supuesto hay muchísimas parejas que no son swinger sino liberales. Es fácil distinguirlas, pues éstas últimas, se comportan de una manera más laxa y abierta. Pueden disfrutar haciendo intercambios, tríos y otras mil prácticas y siempre lo hacen desde el "tu a tu" y el respeto.

A mí, personalmente, no me gustan las etiquetas. Mi forma de pensar encaja en el pensamiento liberal, aunque comparto también rasgos con las personas con facultad para el poliamor.

Escribo sobre sexo, si. Y hablo del mismo con naturalidad y sin tabúes. Pero eso no quiere decir que esté siempre dispuesta y disponible para tener conversaciones "calientes" con cualquier persona a la que se le antoje.

Que una mujer sea liberal o practique el sexo de manera libre no significa que cualquier persona tenga derecho sobre su vida sexual. Ella decide cuando folla, con quien y como. Por supuesto, todas las mujeres tienen derecho a ser respetadas y tratadas con tacto.

Del mismo modo, todo hombre que se muestre educado y cortés merece ser tratado con la misma educación. No me gusta que paguen justos por pecadores.

Sería genial que el sexo no se metiera en el saco de lo prohibido, lo oscuro y lo sucio (aunque muchos opten por prácticas de lo más vicioso y cerdo). El mundo iría mucho mejor si las mujeres que viven su sexualidad de manera libre no fueran tachadas de "frescas" y los hombres no sintieran un "no" como un rechazo que les da alas para insultar y menospreciar.

Todos somos iguales y sin los unos, los otros jamás podríamos cumplir nuestras fantasías. Quizá sería buena idea partir de esa premisa.

Vivid el sexo, hacedlo con libertad y sin tabúes. Pero siempre desde la empatía y el respeto, por favor. Así todos follaríamos más y joderíamos menos.



jueves, 23 de agosto de 2018

Siempre tuya

Deseo que vistas mi piel desnuda con tu saliva, necesito que la brisa fresca erice mi piel con tu humedad. Recórreme entera como solo tu sabes hacerlo y hazme temblar de gusto en cada lametazo.

Hinca tus dientes en mis nalgas, marca mi carne con tu sello, hazlo de tal modo que nunca se me olvide que soy tuya.

Despierta mis pezones con tus labios, peñízcalos hasta que me duela, provoca calambres en mis tetas hasta sentirme temblar de impotencia.

Seca mis lágrimas con tus dedos y, después, vuelve a abofetearme. Mezcla tu inmensa ternura con lo fosco de tu rudeza. Hazme sentir presa de ti.

Maltrata mi clítoris hasta el sufrimiento. Acércame al borde del orgasmo cien veces para después dejarlo desnudo de tus dedos y ansioso hasta la tortura. Quiero odiarte para desearte más, ansío volver a sentirme a tu merced.

Penétrame fuerte y hazme daño, embiste mi coño en cada empujón. Hazme sentir que me rompes por dentro, procúrate dejármelo herido hasta nuestro siguiente encuentro asegurándote así que sólo a ti te lo ofrezco.

Tápame la boca mientras me follas, no dejes que pueda expresar mis sentimientos. Cállame, no permitas que te diga "te quiero", "te necesito", "te deseo". Haz con tu mano ruda que me quede sin aliento, sabes que así mi orgasmo será aun más intenso.

Llena mi boca con tu inmensa polla, no dejes un hueco por el que pueda respirar. Ahoga mi nariz con tus dedos para después follarme la boca sin piedad. Cuando tu lo desees permite que recobra el aliento para después volverme a atrapar.

Y, sólo cuando tu desees correrte, hazlo sobre mi cara para humillarme mientras sujetas fuertemente mi pelo. Mis ojos quieren verse ciegos por tu semen, mi rímel esparcido por mis mejillas y el calor de tu leche me recordará que debo mantener la boca bien abierta para ti.

Después, bésame. Bésame como nadie antes supo hacerlo. Regálame tu cariño y agradecimiento, sonríe con esa boca tuya del pecado, quiero volver a ver tus ojos iluminados y felices. 

Porque tu lo sabes, tu felicidad es la mía.


martes, 21 de agosto de 2018

El masajista

Hubo un tiempo en el que me veía con un masajista. 

Sinceramente el chico no me atraía demasiado, debo reconocerlo. Puede decirse que me aproveché un poco de él. Aunque pensándolo bien, él también sacaba provecho de la situación: tocaba lo que quería y se iba de mi casa masturbado y feliz. Nunca permití que me besara, ni en el cuerpo ni en los labios.

Cada miércoles, puntual, venía a las once de la mañana a mi casa. Y llegaba cargado con su camilla portátil, su sábana desechable y sus aceites (había adquirido los aromas que a mí se me habían antojado). !Traía un montaje el pobre chico!

Yo, sintiéndome por primera vez algo puta, le cambiaba una hora de masaje descontracturante por otra de sobeteo, en la que él aprovechaba para masturbarse hasta llegar al orgasmo. 
 La primera parte siempre era sobria y profesional y debo decir que era realmente bueno en lo que hacía, me dejaba el cuerpo relajado tras cada sesión.
Pero cuando ya se acercaba el final de la primera hora, sus manos comenzaban a tocarme de manera diferente. Como sin querer se adentraban entre mis nalgas o entre mis piernas para ir, poco a poco, rozando mis labios exteriores en cada pasada. 
Al tiempo, con cuidado, separaba mis piernas para poder acceder mejor a mis ingles y, de ahí, comenzaba a adentrarse poco a poco en mi coño. La sensación del aceite y sus manos calientes sobre mí clítoris me proporcionaban un gran placer, aunque nunca llegué a correrme.

Después se deslizaba por mi vientre y subía por mi pecho hasta mis tetas. En ellas se recreaba la mayor parte del tiempo. Masajes amplios y sensuales con sus suaves manos empapadas en aceites de esencias que erizaban mis pezones regalando una tersura extra a mis tetas.

De cuando en cuando le gustaba meterme un dedo en el coño y otro en el culo a la vez y entonces aprovechaba para masturbarse con la otra mano. 

Cuando ya estaba cerca de correrse me pedía que me diera la vuelta y se recreaba con mis glúteos hasta que le llegaba el orgasmo. Le encantaba descargarse sobre mi culo, llenármelo de leche y ver el contraste entre el brillo del aceite y su corrida.

Los días que me pillaba inspirada o algo más caliente de la cuenta, le comía un ratito su pequeña polla y entonces se iba aun más feliz. 

Cuando terminaba, le tocaba otra vez recoger todo el tinglado y a mi me hacía cierta gracia. Gracia por todo lo que tenía que montar el pobre chico para conseguir un poco de morbo cada semana.

Creo recordar que esto duró aproximadamente tres meses y a él le costó mucho aceptar que nuestra "extraña relación" se había acabado cuando le insté a que no volviera a más a mi casa. 

Pero es que es muy difícil tener sexo, del tipo que sea, con un hombre que no te atrae....




Un día cualquiera

A pesar de ser una sencilla ama de casa y una madre entregada, mi día a día, lejos de parecerse a la de cualquier mujer en mi misma situación, esta lejos de la rutina y el aburrimiento.

Siempre me están ocurriendo cosas divertidas y peculiares; unas las busco pero otras llegan sin más.

Eso fue lo que me ocurrió hace aproximadamente mes y medio una mañana de entre semana en mi casa. 

Tengo un amigo de los muchos que conocí a través de las redes sociales. Es uno de esos amigos que siento verdaderamente como tal, de los pocos que están ya un nivel por encima de la mayoría. Esos amigos que ya conocen cual es mi nombre real, como se llama mi hija y se interesan por cómo estoy fuera del plano meramente sexual. Amigos en los que puedo confiar y que confían en mí. 

Cierto es que, con todos ellos, el sexo suele ser una conversación recurrente. Al fin y al cabo es lo que nos unió y los gustos suelen ser parecidos en esa parte de nuestra vida. No hay nada más satisfactorio que poder hablar con alguien de todo,  con naturalidad y sin tabues.

Es por ello que cuando tomamos un café la última vez decimos hacerlo en mi casa, como ya ha ocurrido en tantas otras ocasiones. Dependiendo del tiempo de cada uno y de las ganas, alterno las citas con mis amigos en cafeterías o mi salón. 

Hacía ya bastante tiempo desde la última vez que nos habíamos visto y, a pesar de hablar a menudo por messenger, parece que en persona siempre surgen nuevas cosas que contar. 
El y yo hemos tenido en el pasado encuentros sexuales muy satisfactorios, encuentros no tan basados en el clásico folleteo y más centrados al morbo y las sensaciones. Siempre hemos tenido unos gustos muy parecidos en la manera de encontrar el morbo en las situaciones menos esperadas.

En un momento determinado la conversación derivó a recordar momentos puntuales de nuestros encuentros, como la primera vez que estuvimos juntos u otras escenas que realmente encienden a uno  cuando regresan a la memoria.
Cierto es que ese día yo no estaba especialmente receptiva, no todos los días es domingo. 
Sin embargo, mi amigo, comenzó a calentarse de manera exponencial. Y, claro, llegó a un punto en el que no había cabida al retorno. 

De manera sorpresiva se lanzó a mi boca y yo no pude más que responder a sus besos. Durante un tiempo nos besamos y me magreo y comió las tetas con verdadera ansia. El deseaba verdaderamente pasar a mayores pero notó mi falta de entrega y desistió.

Cuando nos estábamos despidiendo me pidió permiso para ir a mi cuarto de baño a hacerse una paja. La polla le explotaba y necesitaba descargar. Sino era consciente de que no podría concentrarse para nada más en el resto del día. La confianza que nos tenemos hace que este tipo de petición no resulte desagradable ni incómoda.

Le invité a hacerse la paja tranquilamente en mi salón y me fui a buscarle una toalla para que se limpiara al terminar. Al principio se quedó descolocado, pero pronto comprendió en casa de quien estaba. Esas cosas conmigo pueden ocurrir de la manera más natural y él lo ha vivido en varias ocasiones en carne propia. 
Me preguntó si yo iba a estar presente o le dejaría sólo y la respuesta fue obvia. Yo me senté a su lado para observarle mientras se masturbaba. 

Y ahí estábamos los dos, el con la polla fuera fuera y cascándose una señora paja y yo charlando con él mientras le observaba. No tardo demasiado en correrse, estaba demasiado cachondo. 

Cuando terminó, me ofrecí a limpiarle con cuidado el semen que (como siempre abundante) había salpicado por toda su vientre. Siempre me ha gustado limpiar a los hombres cuando se corren, supongo que mi tendencia a la sumisión juega un papel importante en eso.

Tranquilo y relajado por fin, se pudo ir de mi casa a seguir con su trabajo. Yo enseguida me enfrasqué en mis tareas como la señora de mi casa que soy y a otra cosa mariposa.

Quizá esta anécdota sea un buen ejemplo de lo que resume mi vida y por eso os lo quería contar.

Capricho de una noche

Lo que sucedió ese día quizá nunca debió de suceder, pero todos cometemos errores y lo importante es hacerse cargo de ellos cuando toca asumir responsabilidades.

La realidad es que en el momento en que decidí follarme a ese hombre nada me hubiera impedido cambiar de idea. Me encapriché de él y lo único que me importaba esa noche era sentirle dentro y comerme su polla, que se me antojaba grande y bonita. Puedo adelantar que no me equivocaba.

La velada comenzó sin ninguna novedad: tres parejas quedan una noche de sábado para tomar unos vinos y después irse a cenar a un restaurante. Los tres hombres son compañeros de trabajo y amigos, las mujeres han ido cogiendo cierta confianza con el paso de los años a través de los cinco o seis encuentros anuales; ya fuera en barbacoas, días de playa, comidas, vermut o cenas compartidas.

Cierto es que Rubén siempre me pareció un hombre interesante. Sin tener ningún rasgo que llame la atención en particular, resulta un hombre sexy y varonil en su conjunto. Tiene muy buena conversación y al trato es amable y simpático. Su voz es grave y masculina y viste como un pincel, siempre elegante y bien perfumado. 

Hasta esa noche ese hombre nunca había formado parte de mis fantasías, pero la barbita de tres días que se había dejado para la ocasión desató a la bestia que reside en mis entrañas (o coño, como lo prefieras llamar). Estaba tan guapo, tan irresistiblemente guapo....Acababa de llegar de sus vacaciones al sol y su piel lucia bronceada, lo que destacaba aun más lo blanco de sus dientes perfectos.

El alcohol comparte el cincuenta por cierto de mi culpa, el otro cincuenta lo asumo yo solita. El pobre Rubén tan sólo fue, esa noche, un hombre débil que cayó en las redes de una mujer capaz de cualquier cosa por conseguir su objetivo. Tengo que decir en mi defensa que me resultó increíblemente sencillo. Una de dos; o Rubén es un hombre muy fácil o, quizá, él deseaba que algún día le llegase un momento como este. Es hombre, cualquier teoría puede ser válida.....

Antes de sentarnos a la mesa yo ya le había lanzado dos o tres miraditas que le dejaron descolocado, pero cuando comenzamos con los entrantes Rubén ya había captado a la perfección el mensaje.
Sonrisas tontas, miradas furtivas y algún que otro puyazo de soslayo confirmaron mi ilusión: esta noche me lo follaría. 
Las circunstancias no iban a ayudar a tener un buen encuentro, más bien sería algo rápido y en algún lugar angosto, pero lo morboso de la situación y mi deseo por hacerle mío pesaban más que cualquier complicación.

La noche estaba resultando muy divertida pues el pobre hombre no daba pie con bola, se le notaba nervioso y descentrado. En un par de ocasiones su mujer hubo de reñirle, como solo sabemos hacer las mujeres cuando hay más personas delante, porque se le caían los cubiertos al suelo y a punto estuvo de derramar su copa de vino varias veces. 
Yo no podía más que reírme y mojarme al mismo tiempo, su situación estaba provocada por mi y eso me ponía muy cachonda.

Tras la cena decidimos irnos a un bar a tomarnos unos digestivos. Nos trasladamos a un local de moda en la noche gijonesa, lleno de gente y con la música alta. 
Esa noche el alcohol había regado cada uno de los seis cuerpos que formaban el grupo y las risas y los bailes no tardaron en llegar, margarita o gintonic en mano.

En mi defensa puedo alegar que apenas provoqué roces con Rubén, sino más bien estos ocurrieron solos fruto de los bailes. Nada diferente de lo que estaba haciendo el resto del grupo. Eso sí, en cada contacto con su culo o polla mi deseo por follarle iba en aumento y la dureza de su paquete me indicaba que estábamos en sintonía.

Miré el reloj, sin darme cuenta ya había pasado mucho tiempo desde que entramos en ese bar y la noche avanzaba sin piedad, el cruel tiempo no iba a esperar por dos amantes deseosos de carne ajena. Me dí cuenta que debía actuar rápido, irme a casa sin haberme comido la polla de Rubén no entraba en mis planes.

Entonces ataqué, lo hice del mismo modo que hacen las fieras cuando van a por su presa. Le lancé una mirada que no dejaba lugar a dudas; yo me iría al baño y él debía ir detrás mía.

Hice señas al grupo de que me hacía pipí y indiqué que me iba al baño. Por suerte, en ese local los baños están muy apartados de la zona de baile y, como suele ocurrir siempre, en el de mujeres hay largas colas de espera para poder entrar. Yo jugaría con esa baza. 

Decidida me encaminé a la zona y me situé en la puerta de los baños masculinos a esperar a mi presa, segura de que aparecería en cualquier momento. Y así fue. Un Rubén con sonrisa nerviosa apareció de entre la gente y se acercó a mí entre excitado y acojonado. Abrí la puerta de los baños (de hombres) me adentré y él me siguió. Nos metimos en uno con puerta y no nos dio tiempo a cerrar el pestillo cuando ya nos estábamos besando como dos locos. El tiempo apremiaba y ambos lo sabíamos.

No tardé un minuto en desabrocharle el cinturón y abrirle la bragueta. Antes de que se quisiera dar cuenta yo ya tenía su polla en la mano, dura y grande como imaginaba. Las ganas de tenerla en mi boca eran tan inmensas que me encontraba ciega ante cualquier eventualidad. Solo deseaba comerla y saborearla, sentirla mía durante un tiempo. 

Me puse en cuclillas y comencé a comer. A Rubén se le escapo un gemido de placer. Me cogió la cabeza y apretaba mi cara contra él, eso me volvía aún más loca.

Juro que esa polla es una de las más deliciosas que me he comido en mi vida. Recuerdo su sabor y aun me estremezco. Aun después de varias horas fuera de casa, incluso después de las veces que habría ido a hacer pipí al baño y al calor de la noche, su polla estaba fresca y sabía de maravilla. No podía dejar de pensar en cuan delicioso debía resultar su semen.

El tiempo se agotaba, así que me puse de pie y le dije, mirándole a los ojos, las palabras mágicas "necesito que me folles". Su cara se desencajó, en una mezcla de alucine e ilusión. También un poco de acojone, por qué no decirlo. Pero estaba todo pensado, yo siempre llevo condones. Porque si, porque para mi no llevar condones una noche de sábado es equivalente a un conductor que se mete en la nieve sin cadenas en un puerto de alta montaña. 

Sin demora le puse el condón, mientras él me miraba alucinado. Como lo follar en el wc no me parecía lo más higiénico decidí apoyarme contra la pared de espaldas a Rubén y con el culo en ligera pompa y las piernas abiertas. Le dejé el terreno preparado para que el ejecutase su parte de la maniobra. Tan solo me hizo falta levantarme la falda hasta la cintura y desplazarme la braguita hacia un lado.

Increíblemente me la clavó en la primera embestida. Pocos hombres tienen esa capacidad y aquella parecía mi noche de suerte. Resulta que Rubén es un magnífico follador y me regaló dos orgasmos maravillosos antes de correrse. Mientras me llenaba con su polla el coño, jugaba con mis tetas y profería palabras que se me antojaban guarras pero no era capaz de distinguir con claridad debido al ruido. Ese mismo ruido que me permitió gemir y gritar con total impunidad cada vez que alcanzaba un orgasmo. 
Cuando Rubén se corrió pude notarlo porque se apoyó sobre mí espalda y me abrazó con fuerza durante unos segundos. Con el condón resulta más difícil notar cuando la leche sale de la polla, como mucho se sienten las contracciones que algunos hombres sufren cuando se están corriendo. 

Tuvo la deferencia de besarme cuando todo había acabado y eso me gustó bastante. Pequeños detalles que marcan la diferencia entre un caballero y un hombre cualquiera. 

Salí del baño de hombres detrás de Rubén bajo las miradas de tres hombres que se quedaron anodadados al vernos salir y que, quizá, habían llegado a escuchar algún eco de gemido dentro de ese cubículo. Bueno, anodadados y con cierta envidia, por qué no decirlo. A todos nos pasa cuando vemos algo así y no somos los protagonistas.

Entré al baño que me correspondía, hice un pipí, me recoloqué la ropa y el pelo y pinté mis labios. Allí no había pasado nada! Volví a donde estaba el grupo y aún no había llegado Rubén. Lo hizo más tarde con cara de pocos amigos y con un gintonic en la mano, quejándose de la lentitud de los camareros. Yo también me quejé a mi llegada de la exagerada cola de mujeres que había para ir al baño y lo pesado que se me había hecho la espera. A nadie le pareció extraña la casualidad de nuestras ausencias, estaban demasiado entretenidos bailando y, por suerte, con el alcohol falla bastante la percepción del tiempo.

El grupo aun paso una hora más en aquel lugar y, entorno a las cinco de la madrugada, todos decidimos irnos para casa.

No fue hasta la mañana siguiente cuando fui verdaderamente consciente de lo que había hecho. No es bueno tener este tipo de experiencias con "conocidos". Es muy fácil que te traigan problemas a corto o medio plazo. No hemos vuelto a vernos desde ese día, así que confío en que cuando eso ocurra Rubén siga comportándose como lo que es, un caballero. 

Sé que ya no volveré a mirarle con los mismos ojos, pero también sé que para mi eso tan sólo fue un encuentro sin más trascendencia. Algo que prefiero que nunca vuelva a ocurrir y un secreto que a Rubén y a mí nos unirá de por vida.





lunes, 20 de agosto de 2018

Voyeaur

Me ha costado llegar hasta este sofá, no es fácil conseguir una pareja que se deje observar mientras follan.
Pero esta es una fantasía que rondaba mi cabeza hace meses y mi empeño me ha ayudado a poder satisfacerla.

Son una pareja joven, ambos rondan los treinta años. Por lo que me han contado, están comenzando a descubrir el mundo liberal, aunque de manera tímida y pausada. Han conocido ya algunos perfiles y con un par de parejas han tenido algún encuentro. Este verano se han propuesto visitar algún local y yo les he brindado mis conocimientos sobre el tema. Quizá, sólo quizá, me anime a acompañarles la primera vez que se decidan a cruzar el umbral de uno de ellos.
Sé que para muchas personas es importante no acudir solos a este tipo de lugares porque el miedo a lo desconocido es un hándicap que resulta complicado superar.

De momento, han accedido a dejarme mirarles mientras juegan en su propia cama. Eso les brinda una tranquilidad que les ayudará mucho a disfrutar del morbo de dejarse ver sin presiones ni lugares que les podrían intimidar.

Me han ofrecido la posibilidad de participar si en algún momento  me apetece, pero educadamente he rechazado la oferta. Tan sólo deseo mirar. Ni siquiera voy a tocarme como muchos podrían pensar. El placer de mirar mientras otros juegan es lo único que me mueve en esta ocasión.

Me hubiera gustado que la chica estuviera algo entrada en carnes, porque así me gustan a mí las mujeres; gorditas, con tetas y culo grandes. Pero esta chica es delgada y de pechos pequeños. Su cara es bonita, lo cual ayuda mucho para que yo disfrute verdaderamente mirándola.

El chico es salado, con la espalda ancha y el culo redondito. Luce un poco de tripita y sus brazos son fuertes. Es un hombre alto, como a mi me gustan y ocupa bastante más que ella, cosa que visualmente me parece imprescindible en una escena de cama.

Hemos convenido que en el momento que yo llegase a su casa ellos ya estarían jugando, para así darles la oportunidad de ir calentando el ambiente y no comenzar tan "en frío".
Me preguntaron si deseaba ver alguna escena en particular o si debían ayudarse con algún juguete, pero yo les respondí que sólo deseaba que fueran ellos. La gracia reside en que actúen del mismo modo que harían si nadie estuviera observándolos. La naturalidad con todo lo que conlleva.

A la hora convenida he llamado a su timbre y me han abierto. Tal y como esperaba, la puerta de su casa estaba abierta y yo me he dirigido hasta su habitación, donde me los he encontrado desnudos y jugando. Tras un "hola" he ocupado mi sitio y aquí estoy, disfrutando como una enana.

Agradezco que cada postura que hacen, tanto para comerse, tocarse o follar, procuran hacerla de manera que a mí me coja en buen ángulo y así no me pierda ningún detalle. Mi sonrisa de satisfacción se lo agradece cada vez que me miran. Noto en sus miradas que les está encantando la experiencia.

Dedican un buen rato a hacerse un 69, ella encima de él. Me gusta que así sea porque la postura permite ver el culo de ella en todo su esplendor, abierto. No es una chica demasiado ruidosa cuando gime y  no grita en ninguna ocasión. Sus gemidos se parecen a los de una gatita. El apenas emite sonidos de placer. Una pareja silenciosa en general.

El silencio lo rompen las bocas mientras comen, succionan y lamen. El sonido de la saliva junto con los fluidos unido a los esfuerzos de las bocas por dar placer llenan la habitación de sonidos celestiales para mis oídos. Ella es una de esas mujeres que emiten muchísimo ruido cuando están comiendo polla, esas que son más bien rudas en el momento de hacerlo. Siempre me hizo gracia ese tipo de sonido que consiguen algunas pues, sea cual sea el tamaño de la polla que se están comiendo, parece que tuvieran dentro un miembro colosal que les llena entera la boca.
Me llama la atención el hecho de que no le toca los huevos en ningún momento; ni se los toca ni se los come. Quizá a él no le gusta demasiado que jueguen con ellos  o, tal vez,  a ella no le dió por pensar que también pueden formar parte del juego y el placer. 

Por su parte él es más delicado a la hora de comer coño, intercala movimientos rápidos de lengua con lametazos que la recorren desde el ano hasta el clítoris. Cada vez que él acaba ese recorrido, a ella se le escapa un temblor que le recorre todo el cuerpo, se nota que le está gustando.
Le noto entregado, siento que la chica le gusta de verdad. Se ve en la manera que coje sus nalgas y las aprieta contra si mientras la come, el modo en que abraza su cintura para apretarla fuerte contra él, la intensidad con la que le penetra el ano con la lengua, con movimientos de cabeza entre rítmicos y ansiosos.
La chica es de las que se mojan fácil y mucho y he podido apreciar unos tres orgasmos en el tiempo que dura el 69. En cada uno, le deja a él la cara empapada y hace que el sonido de la lengua contra el coño se haga aún más sonoro y sensual.

"Para, para, que me corro" le susurra él. Entonces ella se saca la polla de la boca y se dispone a cambiar de posición. Ambos miran para mí divertidos y yo les respondo con un guiño y una sonrisa.

La chica, cuya piel tiene un aspecto muy suave y está bronceada, amén de perfectamente depilada, se coloca a cuatro con su culo en pompa mirando hacia mí. Me encanta la escena. Su culo no es muy grande pero es redondito y en esa postura gana mucho. Tiene el coño y el agujero del culo dilatados y ambos brillan de la mojadura que aun conserva. Esta preparada para cualquier tipo de penetración.
No niego que en ese momento a cualquiera le hubiera costado un mundo no lanzarse a ese coño con la boca abierta y la lengua ansiosa, pero hoy toca disfrutar de mirar sin perderse en otro tipo de placeres.

El chico, que ha estado bebiendo un poco de agua, aun mantiene la polla dura y preparada. Lo bueno de ver jugar a una pareja estable es que no hay necesidad de usar preservativo, con todo lo bueno que eso conlleva...

Se acerca a ella por detrás, le da un leve azotito en una de sus nalgas y se prepara para penetrarla. 
Esta es una de las escenas que más me gusta contemplar: los movimientos rítmicos del hombre mientras se folla a una mujer. Observar el cuerpo desnudo desde atrás de un hombre de espalda ancha y buen culo  mientras entra y sale de una mujer me vuelve loca.

Las tetas de ella, aunque pequeñas, bailan al ritmo de las embestidas. Éstas no son especialmente intensas, pero sí rítmicas y constantes. Se nota que follan con bastante asiduidad, el chico tiene un aguante considerable. 

Me gusta como la sujeta por la cadera mientras la folla y, de cuando en cuando, la coje del pelo o le da un pequeño azotito. Sin embargo, siguen siendo ambos bastante silenciosos, quizá sea la pega que podría ponerles. Creo contar, sin equivocarme, que ella ha alcanzado el orgasmo dos veces. Lo he notado en su respiración, pues de otro modo resulta imposible detectarlo.

Ella decide que quiere cambiar de postura y aparta su coño de él. Entonces se coloca boca arriba y él vuelve a insertarse dentro de ella. Les gusta con los pies de ella sobre el pecho de él.
No estarán mucho tiempo en esta postura, pues ella abrirá las piernas y le abrazará a él con ellas. Es en ese momento cuando el chico acelera el ritmo de sus empujones y comienza a jadear. Mientras ocurre veo que ella ha vuelto a correrse y él ya está cerca de hacerlo. Es entonces cuando él emite un sonido gutural muy grave, casi lastimoso y se queda paralizado sobre ella, con todos los músculos de su cuerpo tensionados. Me encanta pensar que en ese momento se está corriendo dentro de ella y la está llenando de leche calentita y viscosa. 

Para satisfacer del todo mi fantasía, el chico se aparta rápidamente de ella, que continua con las piernas bien abiertas. Es entonces cuando veo salir de su lindo coño aun palpitante, el preciado líquido. Le arrolla camino a su culo y él con su dedo se encarga de esparcirlo bien. Eso me encanta, me vuelva loca y me excita a maneras iguales. 

Entonces él se deja caer en la cama exhausto junto a su chica. Es ahora por primera vez cuando les veo besarse en la boca. Comienza su momento de intimidad y yo ahí ya no tengo cabida. 
Les doy nuevamente las gracias y me despido. Me voy del mismo modo que llegué, casi sin hacer ruido. 

Me gusta pensar que tras este merecido descanso, en un ratito, ambos volverán de nuevo a la carga. 

Mi fantasía está cumplida y yo me voy satisfecha.