Me has recibido tumbada sobre la cama, vestida con una blusa blanca abierta que deja al descubierto tus pechos y unas medias negras que me van a volver loco de un momento a otro. Perfectamente maquillada y peinada; tu piel emana un aroma que me atrapa, que me envuelve y me transporta a un mundo de placer que comienzo a descubrir. Y lo voy a hacer a tu lado, contigo....Mientras me miras con esos ojos tuyos que me tienen loco, abres tus piernas con delicadeza y descubres ante mi un coño suave, apretado, totalmente depilado. Un coño jugoso e intuyo que delicioso. Tu coño, Alba, es la puerta al paraíso.
Comienzas a tocarte y mi polla responde como un resorte. Estás tan mojada que tus dedos se empapan rápido y entonces comienzas a lamértelos, pasando la lengua despacio disfrutando de tu propio sabor.
¡Lo que daría yo por alimentarme de tus jugos! Pero hemos pactado que tan solo podré observarte y pienso cumplir, soy un hombre de palabra.
No me había fijado, a tu lado tienes un chupachups y comienzas a desenvolverlo. Te lo metes en la boca y empiezas a chuparlo en una mezcla de ansia y delicadeza que me deja muerto. Imagino que ese caramelo es mi capullo y siento como mi cuerpo se estremece mientras mi polla babea de envidia.
Intuyo lo que va a ocurrir a continuación y siento que va a explotar dentro del pantalón.
Efectivamente, comienzas a pasarte el caramelo por tus duros pezones. Me encantan tus tetas, con esas aureolas rosadas. Son grandes y están es su sitio. Resultan tan apetecibles como el resto de tu voluptuoso cuerpo. Tu lengua comienza a lamer tus propios pezones, disfrutando del sabor dulce que ha quedado adherido a ellos.
Ufff, lo sabía, sabía que ese chupachups acabaría dentro de tu coño. Ahora si, ya no puedo más, necesito tocarme y comienzo a hacerlo por encima del pantalón. Te das cuenta y me dices que no con el dedo, en un gesto de reproche cariñoso mientras me lanzas una sonrisa de complicidad. Asiento y te respondo con otra sonrisa, aunque por dentro siento hasta ganas de llorar...Mi polla no soporta seguir atrapada, mi polla pide libertad.
El caramelo comienza a entrar y salir de tu coño. Cuando consideras que esta bien empapado te lo llevas a la boca y lo saboreas con gusto. Durante unos minutos que me saben a eternidad sigues ese juego hasta que decides comenzar a masturbar tu clítoris con él.
Verte resulta un placer indescriptible, pero escucharte te eleva a los altares.
Entonces dejas el caramelo y continuas con tus dedos. Veo como aumentas el ritmo y la intensidad sobre tu clítoris. Mientras, te pellizcas suavemente los pezones y comienzas a mover tus caderas simulando que estas cabalgando sobre una polla. Alba, me tienes loco, loco por ti.
Comienzas a temblar, el placer que sientes emana de cada uno de tus poros. Tu mirada parece ahora otra; se ha tornado lasciva, penetrante, tremendamente sexual....
Sufres espasmos de continuo, siempre acompañados de sonidos de placer. Tu boca, entreabierta, deja asomar una lengua que parece pedir un beso. Siento la tentación de levantarme e ir hacia ella para meterte la mía y entrelazarla con la tuya, pero me contengo.
Estás sonrojada, acalorada. Tu cara, está congestionada y tus labios, todos, hinchados. Así me resultas, si cabe, aun más bella. Te veo como un animal en su momento más indefenso, incapaz de responder a ningún ataque. Dejándote llevar por tus instintos más primarios. Dispuesta a perderlo todo a cambio de continuar en este éxtasis. Me acabas de enseñar lo que es el placer con letras mayúsculas, libre de cualquier tabú o convencionalismo. Tu, mujer, entregada por entero al placer, sin otro afán que alcanzarlo para regalarme el mío.
-Córrete, Alba. Regálame tu orgasmo.-Te susurro.
Obediente, comienzas a correrte mientras gritas. Durante más de tres minutos siento que estas tocando el mismo cielo y yo soy espectador privilegiado de este momento. Tu coño comienza a eyacular y empapa toda la toalla. Daría mi vida por beber de esa fuente del placer. Tus piernas se tensan y tu espalda se arquea. A medida que se acerca tu orgasmo tu cara se va desencajando y tu cuerpo comienza a quedarse quieto en tensión. Por último, sueltas un grito sordo, ahogado, que me anuncia que todo ha acabado.
Entonces tu cuerpo se destensa y te dejas caer sobre la cama. Tu respiración, aun agitada, se va calmando poco a poco. Una enorme sonrisa se dibuja en tu rostro y tu mirada vuelve a ser la que yo conocí aquel día en ese bar.
Belleza, mucha belleza. Una mujer disfrutando en exclusiva para mi. Un verdadero espectáculo solo para mis ojos. Alba me ha concedido el deseo de masturbarse para mi. Y , yo, solo puedo sentirme enormemente agradecido.
