sábado, 16 de septiembre de 2017

Tres

Son tres pero cuando están juntos se convierten en uno.

Durante el tiempo que comparten juntos todos olvidan su vida real. O quizá no, quién sabe si esa es su auténtica realidad y en esos momentos es cuando son verdaderamente ellos. ¿Cuál es su verdad, la que comparten juntos y a escondidas varias veces al mes o el resto de su existencia?
Fuera de esa cama, los dos hombres son dos desconocidos. Sin embargo, el placer de lo prohibido les envuelve en un halo de confianza sólo posible cuando la mujer ejerce de nexo de unión entre ambos.

Es la belleza de tres cuerpos, donde cada uno aporta sus virtudes y el resto perdona los defectos de los demás.

Tres bocas dispuestas a beber de cualquier néctar sin importar la procedencia porque la saliva, el flujo que emana del coño, los fluidos que brotan de los glandes y la humedad del ano de los tres, forman una mezcla deliciosa donde todos pueden apreciar diferentes sabores y texturas que lubrican cualquier camino que se les antoje explorar.

Los gemidos son ese sonido celestial que llena el ambiente con una banda sonora que les incita a desear más y más los unos a los otros.

Los ojos no pierden detalle, lo excitante de lo puramente visual se hace imprescindible. Infinitas imágenes que se van grabando en las retinas como tatuajes de placer con tinta de experiencias.

Dos bocas comparten un polla, mientras las lenguas buscan besarse sorteando la dificultad que les supones tener un duro mástil de por medio. El tercero, tumbado, se deleita con las vistas privilegiadas que, junto al placer de sentir la humedad de dos lenguas en su falo, se siente transportado a un edén que le incita a la necesidad de correrse dentro de sus bocas. Sabe bien que lucharán como fieras hambrientas por hacerse dueños de su leche y que, en el fragor de la batalla, acabarán con sus caras impregnadas de su regalo caliente y untuoso. Pero eso no será problema, pues tras el placentero clímax, él se encargará de limpiar
complaciente ambos rostros a grandes y contundentes lametazos. La situación desemboca en un beso a tres mientras en la estancia se comienza a percibir el dulce aroma a sexo.

Ella sabe que ha llegado su turno y se tumba boca arriba con las piernas bien abiertas; quiere dejar espacio suficiente para ambos hombres. Ellos saben bien lo que desea: verlos a cuatro sobre su cama, con sus cabezas metidas entres sus piernas, mientras sus lenguas se afanan en complacer su exigente clítoris.
La mujer, entre gemidos y espasmos, maldice no disponer de un espejo en el techo con el que poder maravillarse con las vistas y, por ello, debe conformarse con el ángulo que alcanza desde esa postura mientras les acaricia el pelo y aprieta sus cabezas contra su sexo.
Ella, que nunca supo ser discreta cuando recibe placer, grita como las locas mientras pronuncia palabras casi inteligibles, se acuerda de un Dios en el que no cree y les agradece llamándolos por su nombre el esfuerzo y la entrega.
Ellos, reciben los gritos como medallas a su buen hacer, acompañados de intensos gemidos y sonidos guturales y se sienten orgullosos de ser ellos quienes los están provocando.
Los espasmos no tardan en llegar y deben sujetarla fuerte para que su coño no se escape de sus bocas en el mejor momento.
La miran, se miran, les mira y el orgasmo se apodera de ella.
Ellos la conocen bien  saben que éste le dura largos minutos y, por ello, se afanan en no romper ese delicioso y delicado momento.
Son conscientes de que al día siguiente tendrán herido el frenillo de la boca por el tremendo esfuerzo pero también saben que habrá merecido la pena.

Ya sólo queda el tercero por correrse y no tardará en hacerlo. Los otros dos comienzan la técnica que le vuelve loco y, para ello, lo tumban boca arriba y le ayudan a flexionar las piernas de modo que sus rodillas tocan su pecho. Le encanta verse así, a la entera merced de sus compañeros de juegos.
Con sus manos abre bien el camino a su culo esperando ansioso  el calor de la lengua del otro y pega un pequeño brinco y un gemido en el mismo instante en que la siente entrar dura y certera. Los movimientos que simulan una auténtica penetración serán constantes y armoniosos durante el tiempo que sea necesario hasta que él explote y de su polla emane el ansiado resultado de tanto placer.
Mientras, la mujer lo masturba con maestría, escupiendo de cuando en cuando sobre su capullo. Le encanta correrse mientras ella le mira y se afana por ir aumentando el ritmo del movimiento acompasado que le eleva hasta un cielo que a veces le parece muy cercano.


Llega el momento en que los sonidos que salen de su boca les anuncia que el volcán está a punto de regalarles su deliciosa lava y es justo en ese instante cuando el otro hombre abraza el glande con su boca mientras ella aprieta fuerte la polla, como estrangulándola, y se oye como el hombre va tragando la deliciosa leche con una deliciosa satisfacción.

Exhaustos se dejan caer sobre la cama. Pasarán un buen rato charlando sobre temas sin importancia mientras van recuperando el aliento y se acarician y besan con gestos que se parecen mucho a la ternura.

Antes de despedirse, tras la ronda de duchas, procuran poner fecha para la próxima cita y se agradecen unos a otros la entrega en la nueva experiencia vivida.

Son tres pero es uno, El milagro de la complicidad muy bien aprovechado por tres mentes abiertas.




TODO EL MUNDO PIENSA QUE SE HA ENAMORADO ALGUNA VEZ, HASTA QUE SE ENAMORA POR PRIMERA VEZ.

sábado, 9 de septiembre de 2017

Cita en nuestro bar

Estoy a la puerta del bar, de nuestro bar. En apenas segundos atravesaré la puerta y te encontraré frente a mí, en la barra y sentado en un taburete. Estás tomando una cerveza porque estás muy nervioso y tienes la boca seca. Te has vestido con tus mejores galas, incluso has ido a comprar unos bóxer nuevos esta misma tarde en color rojo para que te den suerte; estás perfectamente afeitado y perfumado y con fijador moldeando tu pelo. 

De repente, sientes algo y miras hacia la puerta. Tus ojos se encuentran con los míos.
Tu tiemblas, yo sonrío.
Me acerco a ti con paso seguro y tu sientes un escalofrío que recorre todo tu cuerpo. Pienso para mí que estás muy guapo, tremendamente sexy. 
Por fin estamos cara a cara y puedo oler tu perfume, eso me excita. Dos enormes y sonoros besos nos permiten el primer contacto "piel con piel" y no puedes evitar que tu polla reaccione y se ponga dura. Entonces te pones muy colorado y pasas un mal rato, hasta que te das cuenta de que ambos estamos hablando tal y como lo llevamos haciendo todo este tiempo a través de chat y te sientes más tranquilo.

Cuando queremos darnos cuenta llevamos dos horas de charla y varias copas, el tiempo a tu lado pasa increíblemente rápido. Nos encanta hablar de mil cosas mientras nos miramos a los ojos, de cuando en cuando nos damos un gran beso y un abrazo y hemos brindado unas mil veces por esta primera cita, prometiéndonos que no será la última.

Me disculpo y me levanto al baño. Ese tiempo en mi ausencia te sirve para armarte de valor y planear el ataque que llevas deseando toda la noche. Cuando regreso, no me da tiempo a volver a sentarme cuando te lanzas a mi boca y me besas. Sin saberlo, acabas de abrir la caja de Pandora.

"Llévame a tu casa, quiero conocer tu cama" No necesito decirte más. En cinco minutos vamos rumbo a un paraíso que a ambos se nos antoja divertido y excitante.
Hasta este momento no lo sabías pero he venido a esta cita sin bragas. En el asiento de atrás del taxi abro mis piernas y te llevo la mano a mi coño para que lo descubras. 
A ti te derrite mi humedad, a mí me estremece el roce de tus dedos sobre mí clítoris. Se me escapa un gemido y el taxista mira extrañado por el retrovisor. Ahora son dos las pollas que están duras.
La tuya comienza a babear de deseo y sientes como moja tu pantalón. Entonces decido que lo mejor es limpiarla y te indico que abras la cremallera y la saques para mí. Obedeces de inmediato, dominado por una excitación que nunca antes habías sentido.
Cuando veo tu polla me quedo ojiplática; jamás la hubiera imaginado así: grande y gorda. No puedo evitar abrazarla con mis labios y rodear tu generoso capullo a lametazos. Ahora eres tu el que gime.

Pobre taxista, tan cerca y tan lejos....Pero por fin llegamos a nuestro destino y lo dejamos así, caliente como un perro y solo de nuevo. Al menos le quedará el recuerdo..

No nos da tiempo a entrar en tu casa y ya a la puerta te arrodillas ante mí y comienzas a comerme el coño; es tal mi excitación que no tardo en regalarte mi primer orgasmo. Por fin bebes el néctar de mi placer, ese sabor que llevabas semanas ansiando.

Atropellados, entre besos y caricias sin control entramos en tu cuarto. Me quito el vestido y el sujetador y te espero a cuatro sobre tu cama, mientras tu intentas desvestirte lo más rápido posible porque no puedes soportar el deseo de follarme el culo obnubilado por la tremenda visión que te regalo.

Cuando tu polla entra en mi culo a fuerza de un certero embiste, de mi boca sale un alarido del que es difícil distinguir si hay más dolor o placer y eso te vuelve, si cabe, más loco. Comienzas a follarme duro mientras me agarras fuerte del pelo y me llamas puta. Me encanta......me encanta y lo sabes.

Después de una larga sodomización sientes que estás a punto de correrte y decides salir de mí. Me ordenas darme la vuelta y que abra la boca. Yo, sumisa, obedezco. Es entonces cuando el calor de tu corrida comienza a recorrer mi cara, mi boca, mi cuello. Te escucho gruñir, de un modo casi grotesco y no paras hasta vaciarte sobre mí por entero. Cuando vuelves en ti, tu cara vuelve a tornarse calma y serena y en tu preciosa boca se dibuja una deliciosa sonrisa mientras tus labios me agradecen el tremendo orgasmo que acabas de protagonizar.

Aun respirando entre jadeos comienzas a besarme las tetas y te recreas con mis pezones, que duros agradecen tus lamidas y mordiscos. No puedo evitar sufrir espasmos pero el deseo de volver a correrme es muy intenso y la visión de tu boca y el calor de tu lengua sobre mí no hace más que aumentar mis ganas. 

En el momento que bajas a mi coño y vuelves a comerte a lametazos mi clítoris comienzo a gemir y a retorcerme mientras juego con tu pelo y empujo tu cabeza fuerte contra mí. Decides que ha llegado el momento de jugar con mi culo y yo encojo mis piernas contra mi pecho para hacerte el camino más fácil. Tu lengua entra y sale de mi ano mientras tu nariz roza mi coño como queriendo penetrarlo. Te pido que me masturbes, necesito correrme. Y así, con tu boca en mi culo y tus dedos moviéndose armónicamente sobre mí clítoris, alcanzo mi segundo orgasmo entre gritos y jadeos. Cuando termino y me relajo limpias, de nuevo, mis jugos con tu lengua hasta dejarme bien seca mientras mi coño palpita dentro de tu boca.

Estamos cansados y sabemos que aún nos queda toda la mañana por delante. Ambos nos hemos quitado el bravío y las ganas así que, entre besos y caricias, los dos nos quedamos plácidamente dormidos.

Sin duda, esos bóxer rojos te han traído suerte. La misma que he tenido yo al decidir no ponerme bragas.




TODOS PENSAMOS QUE NOS HEMOS ENAMORADO ALGUNA VEZ, HASTA QUE NOS ENAMORAMOS POR PRIMERA VEZ.