Te he invitado a mi casa para comerte el culo. Hace meses me habías enviado un vídeo en el que una chica le daba un placer inmenso a un hombre mientras le comía la polla y el culo con una suavidad y una delicadeza fascinante. Me preguntaste si así era como yo lo hacía y te respondí con la promesa de invitarte a mi casa para comprobarlo.
Por fin llegó el día y parece que sí, que yo lo hago igual que la chica del vídeo. Puedo atreverme a decir que, incluso, mejor. Tu me has dado la razón.
En el vídeo en cuestíón, el hombre estaba tumbado boca arriba y bien abierto a una altura que le quedaba ideal para la boca de la chica. Y me gustó la idea de hacértelo así, sentada en una silla, sin tener que agacharme o tumbarme para saborearte.
Mi casa es una casa convencional y no dispongo de mobiliario específico para tal fin (cosa que me reprochaste en broma). Por ello se me ocurrió la disparatada idea de acomodarte sobre la mesa del comedor. Una manta doblada, una toalla sobre esta y dos cojines para apoyar tu cabeza serían suficientes para emular la escena que a ambos tanto nos había gustado.
Entraste en mi casa, me diste dos besos, pasaste a mi salón (que ya conocías) y, sin más dilación comenzaste a desnudarte. Descubrí en ti un torso muy bonito, detalle en el que en anteriores ocasiones no me había fijado.
Tumbado, sobre mi mesa de comedor, desnudo y deseoso de recibir placer es como me gusta tenerte y como a ti te encanta estar. Tu yo tenemos la capacidad de disfrazar de total normalidad este tipo de escenas. De convertir lo distinto en común. Y eso es algo que me gusta mucho de ti, porque a veces me veo a mí reflejada en tus ojos. Tenemos un punto de conexión en este tipo de juegos que hacen que a ninguno le resulte extraño lo que se le ocurre al otro; tanto que, incluso, cada vez que uno propone una nueva fantasía, el otro arde en deseos de realizarla a su lado.
Comencé a jugar con mis dedos alrededor de tu ano, ayudada por la suave textura del lubricante. Circulos lentos, con cierta presión sobre el músculo. Subiendo por el perineo para volver a acabar en el centro de tu placer. Mi dedos de deslizaban de tal modo que a veces asomaban dentro de tu culo buscando el calor que sabían les esperaba. Al poco tiempo ya te habia penetrado con un dedo, despacio y hasta el fondo, a ese lugar donde las palpataciones se hacen más evidentes y puedes sentirte completamente lleno de mí. Pero convenimos que tu placer estaba más bien en la orillita, entre la primera y la segunda frontera. Así que saque el dedo con cuidado y allí me quedé, alternando el exterior con un poco de penetración; apenas la yema de mi dedo era suficiente para volverte loco.
Suave, tierno, despacio... jugando y disfrutando de tu culo palpitante. De ahí, pasé a tus huevos y el mismo camino me llevó a tu polla. Cuando bañé de lubricante tu capullo con la yema de mis dedos éste se puso muy contento y tu polla respondió poniéndose dura, muy dura.
Me entraron unas ganas tremendas de meter mi lengua en tu agujero y de cabeza y en un instante tenía mi nariz entre tus nalgas. Hubo lametazos rápidos, otros más lentos y de largo recorrido que llegaban desde tu culo hasta tu glande, penetración con la lengua muy dura mientras mis dedos abrían bien tu agujero, chupadas con succión.....La saliva se mezcaba con el sabor dulce del lubricante en mi boca.
Tu deliciosa polla también disfruto del calor y la humedad de mi boca mientras acariciaba la entrada de tu culo con mis dedos humedecidos en lubricante. Me encanta darte pequeños mordisquitos y jugar con rápidos movimentos de mi lengua sobre tu glande. Lamerte la polla desde la base y metermela entera en la boca para succionarla con mucho cuidado.
Tus huevos fueron bien masajeados con mi lengua y tratados comos se merecían, con mimo y ternura.
Tus huevos fueron bien masajeados con mi lengua y tratados comos se merecían, con mimo y ternura.
Te escuchaba gemir, te veía mirarme con cara de placer, sentía como tu culo se abría y cerraba pidiendo más y eso me provocaba más deseo de ti. Y tu, allí tumbado, cogiendo tus piernas para poder estar lo más abierto posible, a veces temblando y diciéndome "me gusta, me gusta..." me estabas regalando todo el placer que yo buscaba alcanzar esa tarde con esa cita.
Llegó el momento en que deseaste más y te echaste para adelante y comenzaste a besarme y tocarme las tetas. Me las sacaste por fuera de la camiseta y del sujetador y así se quedaron el resto del encuentro, como asomadas a un balcón del deseo.
Durante tres ocasiones hubiste de apartar mi mano de tu polla, a sabiendas de que un segundo más y la corrida hubiera sido inevitable. Pero tu no querías eso, deseabas alargar ese placer todo lo que te fuera posible.
El problema llegó cuando decidí levantarme y ofrecerte una teta sobre la boca mientras te masturbaba. En ese momento, cuando tu lengua estaba lamiendo mi pezón, no fuiste capaz de contenerte y me regalaste tu orgasmo. Me avisaste para que obervara tu polla mientras derramaba toda la leche sobre tu ombligo, porque es una escena que a ambos nos gusta; yo mirar tu polla mientras se corre y tu mirar como yo la miro....
Tras una larga corrida, que aún duró un tiempo una vez la leche se hubo terminado, te limpié con sumo cuidado los restos de leche sobre tu cuerpo y tu polla. Esta aun continuo erecta durante varios minutos, como si quisiera impedir que la sensación que acababa de vivir desapareciera para siempre.
Te dí un último beso en los labios y te ayude a incorporarte para que fueras a refrescarte.
Te dí un último beso en los labios y te ayude a incorporarte para que fueras a refrescarte.
Yo me quedé mojada y caliente como una perra, pero así lo deseaba y así lo había pactado contigo.
Y, efectivamente, tienes razón. El día que compré esa mesa de comedor no se me había pasado por la cabeza que algún día iba le iba a dar semejante uso. La vida te da sorpresas.....
PERO SOY LA PERFECTA PARA TI, LA TUYA