martes, 27 de noviembre de 2018

Historietas....

Lo cierto es que en estos cinco años en los que llevo disfrutando del maravilloso mundo del sexo desinhibido y sin tabúes me he encontrado con personajes realmente peculiares. Cierto es también que yo siempre me he mostrado abierta a probar, conocer, experimentar y disfrutar de la mayoría de las locuras que me han invitado a hacer.

Recuerdo, por ejemplo, el chico jovencito y pequeñito que estaba loco porque yo jugase con su culo y que, una vez yo hube accedido (con mucho esfuerzo por su parte), encontré ante mí la escena de este chico en cuestión temblando tumbado sobre mi cama, con las piernas abiertas como si estuviera de parto, tapadito con una manta porque decía que tenía frío y con tal cara de acojone que más bien parecía que yo le iba a poner una inyección en vez de jugar con su pequeño culito.
La escena era propia de una película de serie B; yo metiendo la mano por debajo de la manta intentando localizar el agujero de su culo mientras le tranquilizaba con palabras bonitas y mensajes de tranquilidad. 
Como soy así, en vez de ponerme a reír a carcajadas y echarle de mi casa, me afané por tratarle con dulzura y hacerle sentir cómodo y bien. Conseguí penetrarle con un dedo y puedo decir que, al final, disfrutó de la experiencia. 
Aún hoy lo pienso y me entra la risa.


Otro chico, también joven, me pidió en una ocasión la polla que yo tengo de juguete para penetrar a mis amigos en casa. Le daba morbo venir a mi casa a buscarla y llevársela a la suya para jugar a solas con ella. Para él resultaba un reto poder meterse semejante falo. 
Pues nada, yo se la guardé en una bolsa muy mona y él vino a mi casa a recogerla. A los días nos citamos de nuevo y me la devolvió. Eso sí, me dijo que no fue capaz de introducírsela porque se hacía demasiado daño. Vaya por Dios.....


También conocí a un hombre maduro y algo amanerado que sólo buscaba que yo le retorciera duro los pezones mientras él se masturbaba. La verdad es que sólo estuve en su compañía unos diez minutos. En ese tiempo fui consciente de que no me resultaba divertida la experiencia y preferí despedirme e irme de su casa.

Otro hombre me pidió de manera insistente que le regalara un bote con mi pis para beberlo delante mío. Como me parecía divertido y morboso, accedí. Quedamos en un parque, nos sentamos en un banco y le obsequié con mi oro líquido. Se lo bebió como quien ingiere un buen vino, disfrutando y a sorbitos. Mientras tanto, tuvimos una charla distendida y genial. Cuando hubo acabado nos despedimos y se marchó encantado.

He regalado algún que otro tanga mío a varios crossdresser e, incluso, he acompañado a uno a comprar ropa interior femenina para que después la disfrutase con un buen maromo.

Supongo que, aunque ahora estoy menos activa, aun me queden más historias por vivir. Algunas extravagantes y otras hilarantes. Pero una nunca deja de sorprenderse con el ser humano y eso es lo divertido.




No hay comentarios:

Publicar un comentario