sábado, 28 de noviembre de 2015

Mi regalo

Era su aniversario y decidí hacerle un regalo especial. Le iba a regalar sensaciones, así, con el paso del tiempo jamás olvidaría su 41 cumpleaños.

-Recógeme a las diez, hoy nos vamos de celebración- Lo que él no hubiera jamás imaginado es que no íbamos a ningún sitio en concreto. No le invitaba a tomar un vino, no le invitaba a cenar, ni a bailar.......

Me arreglé siguiendo mi ritual: me dí un buen baño de espuma, impregné mi piel con el aroma de la vainilla negra, arreglé mi melena, me maquillé y me vestí (por decir que lo hice). Tan sólo llevaría encima unas medias de liguero, un sujetador negro de encaje, el tanga más sexy de mi colección y unos zapatos de altísimo tacón. Me abrigué con una gabardina negra que escondía mi sorpresa y, a la hora pactada, fui a su encuentro.

Me metí en su coche, una maravilla negra, grande y confortable. Me miró embelesado y me besó. Me besó como sólo él sabe hacerlo, provocando en mí un escalofrío que recorre todo mi cuerpo.

-¿Dónde vamos?- Preguntó. -Para empezar, llévame a la Providencia- Asintió y sonrío. No sabía exactamente en qué consistía el juego, pero ya intuía que iba a ser muy divertido.

En pocos minutos llegamos a la primera parada. La Providencia en un lugar privilegiado de Gijón, allí existe un parque con vistas a toda la bahía con una gran perspectiva. El mar y las luces de la ciudad a lo lejos, rodeado de grandes praderas y paseos, lo convierten en un lugar ideal para los amantes nocturnos.

Me bajé del coche y le pedí que él hiciera lo mismo. 
Le dí una cámara de fotos -Felicidades, éste es tu regalo- y, antes de que le diera tiempo a reaccionar, me quité la gabardina. -Hoy me harás una sesión de fotos por toda la ciudad- Sus ojos brillaban de felicidad. Siempre había deseado hacer una cosa así. Hacerme fotos semi desnuda, durante la noche, arriesgándonos a ser vistos por algún otro coche o vecino. Su deseo, hoy era una realidad.

Me besó de nuevo, esta vez abrazándose fuerte a mí. En ese momento, su erección ya era palpable en su pantalón.

En ese parque comenzó la sesión. Durante dos horas recorrimos la ciudad y sus afueras. Buscamos sitios estratégicos ideales para despertar nuestro morbo.

Posé para él de mil maneras. Con y sin sujetador, apoyada en su capó a cuatro bajo una farola en el arcén de una carretera por la que pasaba algún que otro coche, bailando como una striper con una señal de tráfico, en medio de un paso de cebra, de cuclillas entre dos coches con el tanga bajado, sentada muy abierta de piernas y tocándome en el banco de un parque....

Con cada foto, nuestra excitación iba en aumento. Estábamos disfrutando como pocas veces lo habíamos hecho. LLegó un momento en el que el deseo de poseernos era tan grande que decidimos culminar la noche de manera distinta y especial.

Buscamos un aparcamiento dogging y decidimos que allí íbamos a follar. Nosotros nos disfrutaríamos mientras haríamos disfrutar a los demás.

Durante la ruta él había probado mi coño y mis pechos en varias ocasiones, pero yo todavía no había tenido su polla en la boca. Deseaba hacerlo, así que comencé con una mamada que lo volvió loco.
Era tal el grado de excitación que decidimos follar fuera del coche, así que salimos y yo me apoyé sobre su capó. Mi culo, bien en pompa, pedía guerra. Necesitaba que me sodomizara, necesitaba sentir su semen caliente dentro de mi culo. 
El público que asistía a nuestro show comenzó a masturbarse mientras contemplaba la escena. No les dejamos participar, tan sólo les permitíamos ser espectadores.

Mi amante me penetró muy despacio, aun así sentí esa punzada de dolor que da el primer embiste. Ese dolor que es placer, la sensación de ser del otro, de ser suya.

Me cogió del pelo y comenzó a bombear más fuerte, sabe que me gusta así. Con la otra mano masturbaba mi clítoris llevándome al éxtasis. Nos corrimos prácticamente a la vez, yo gemía y gritaba mientras sentía como se corría dentro de mí.

Nos aplaudieron, eso nos hizo mucha gracia.

Satisfechos y felices nos metimos en el coche y regresamos a casa. -Gracias, pequeña- me dijo antes de dejarme donde me había recogido. Y yo, de nuevo, supe por qué soy tan feliz.


NO SOY PERFECTA YA LO SE, NO HAY DUDA
PERO SOY PERFECTA PARA TI, LA TUYA.

1 comentario:

  1. Gracias por esta historia, me ha dado muchas ideas y pienso ponerlas en práctica...Pedro Freeman

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