martes, 24 de noviembre de 2015

Las edades del hombre



Siempre me han atraído los hombres maduros, los hombres mayores que yo. A mis 36 años he conocido la intimidad de hombres de todas las edades. Desde los tiernos 18 a los ancianos 70.


Los jovencitos, por lo general, tienen poco que ofrecer en la cama. Con ellos disfruto de cuerpos tersos y bien torneados. Suelen ser muy impulsivos y no conocen más allá del noble arte de la penetración. Algunos, los menos, intentan comer coño, pero son incapaces de distinguir lo que son unos labios vaginales de un clítoris. Casi imposible correrse en su boca.

Eso sí, a todos les encantan las mamadas. Cuando sienten mi lengua disfrutando de su polla y sus huevos se ponen cachondos perdidos. Acostumbrados a boquitas de "niñas bien" o putillas de discoteca que juegan a ser expertas, al instante se dan cuenta de que lo que vivieron hasta ese momento no era sexo de verdad.


Muchos me buscan por eso, porque para ellos soy “una madurita” y saben que en mí encontrarán y descubrirán lo que es el SEXO con mayúsculas. Quieren una mujer en la cama, alguien que sepa lo que quiere y que disfrute, de verdad, dando placer. Alguien con las ideas claras y la mente abierta que les ayude a descubrirse en situaciones que tan sólo eran capaces de imaginar.


Mi franja favorita se sitúa entre los 40 y los 50. En ese momento, el hombre está en su punto exacto de maduración.

Me encanta observar esos cuerpos; me excita ver como la piel comienza a resentir el paso del tiempo y comienzan a aparecer las señales que anuncian el comienzo de la auténtica realización del hombre.


Son, con diferencia, los más entregados. Da igual su experiencia (los hay que llegan a los cuarenta sin haber comido un coño), todos están ávidos por aprender, por dar lo mejor de sí y satisfacer a la otra persona. De hecho, la frase que les caracteriza es “yo disfruto más dando placer que recibiéndolo”


Es el grupo de edad más dispuesto a perder la virginidad de su ano. Muchos con miedo, para otros es una fantasía oculta y la mayoría sabiendo que la vida pasa y ni la vergüenza ni los tabúes deben quitarnos la posibilidad de vivir nuevas experiencias.


Los cuarentañeros besan como nadie, acarician con sumo tacto, me tratan como si fuera un jarrón de porcelana china muy valioso que jamás debería romperse.  Y eso me encanta porque me hacen sentir mujer. Y cuando me siento mujer, me doy por entero. Sin duda alguna, los mejores orgasmos los he tenido con hombres de más de cuarenta años. 
 

Después están los hombres más mayores, los que rozan la ancianidad. Cuando me encuentro con un hombre de unos sesenta y cinco a setenta bien cuidado, educado, con saber estar y cierta experiencia en el sexo liberal me vuelvo loca. Son pocos, pero los que hay, merecen totalmente la pena.


Por supuesto, todo lo que acabo de decir está basado, tan sólo, en mí experiencia. Cada un@ tendrá su opinión y, además, en cualquier grupo de edad me he encontrado con hombres que han sido la excepción que ha confirmado mi regla.


NO SOY PERFECTA, YA LO SÉ, NO HAY DUDA
PERO SOY LA PERFECTA PARA TI, LA TUYA

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