lunes, 23 de noviembre de 2015

Uno de esos fetichismos

Es el tipo de hombre del que resulta muy difícil olvidarse.

Me contactó hace ya algún tiempo, estaba muy interesado en conocerme y a mí también se me antojó saber más de él a medida que charlábamos por correo. Un día decidí invitarlo a mi cama.

Vino a visitarme cinco veces, aun viviendo a más de 200 Km de mí. Yo siempre supe agradecérselo.

Maduro, rondando los maravillosos cincuenta, ya peinaba canas. Algunos hombres, a cierta edad, adquieren un aire sumamente interesante. El es uno de ellos.
Moreno, alto, con un cuerpo que sabe agradecer las horas en el gimnasio. Espalda ancha y culo duro y contundente. Labios carnosos, mirada intensa......

Seguro de sí mismo, cariñoso al trato, tanto en la cama como fuera de ella.

Le encantan las mujeres con tacones y medias, goza corriéndose sobre ellas.

Unas veces le recibía a cuatro sobre mi cama, otras sentada en una silla y bien abierta para él, también tumbada boca abajo y con las piernas cruzadas. Siempre con medias, siempre con tacones.

Se volvía loco lamiéndome los zapatos, empezaba por los tacones y los recorría enteros muy despacio, disfrutando cada instante. Cuando lo hacía, yo veía como comenzaba a ponerse erecto. Su polla era grande y gruesa, un auténtico espectáculo cuando estaba bien dura. Después, subía por las medias para acabar siempre en mi clítoris, que ya le esperaba palpitando de deseo. Me lo comía durante mucho tiempo y hacía que yo gimiera y me retorciera de puro placer. Sentía el sonido de mis jugos en su boca, como si su lengua chapotease entre mis labios.

Hubo 69 espectaculares. Por la postura y el tamaño de su polla llegaba, sin querer, a hacerme garganta profunda. Esa sensación de falta de aire mientras estoy disfrutando hace que mi placer crezca exponencialmente.
Mientras se la comía, me encantaba obervar su ano y jugar con un dedo dentro. Ver como se contraía para acogerme dentro era una visión espectacular.
Le encantaba que le mordiera los huevos, tenía una gran resistencia al dolor. Y yo, que me encanta sentirlos en la boca, obedecía y los masticaba a la vez que los acariciaba con mi lengua. Entonces le escuchaba gruñir, volverse loco de placer y eso aumentaba el mío.

Nunca follamos, nunca hizo falta. Con lamernos, comernos, masturbarnos y besarnos ya teníamos suficiente.

Se esforzaba mucho en que yo me corriera, quería darme todo el placer que le fuera posible. Es muy bueno masturbando, desde el primer día supo adecuar sus dedos al ritmo que mí clítoris necesita. 
Mientras lo hacía me miraba directamente a los ojos, eso me hacía sentir en perfecta comunión con él. -"Vamos Alba, córrete para mí" "dame tu orgasmo, Alba".
Me regalaba orgasmos verdaderamente intensos, de esos que te dejan sin aliento durante un par de minutos.

 Después era su momento, yo le acariciaba los huevos mientras el se masturbaba de rodillas a mi lado, para llegar a correrse sobre mis medias, como a él le gustaba. Me encantaba sentir el calor de su semen sobre mis piernas.

Aun recuerdo sus caras de placer. Pocos tiemblan como él en el momento justo del orgasmo. Su cuerpo se ponía terso y se le marcaban todos los músculos del torso. Esa visión me volvía loca.

Después, me limpiaba con cuidado y siempre me daba las gracias. Todo un caballero.
Pasábamos un buen rato charlando y besándonos, relajados y satisfechos. 

La última vez que nos vimos, le regalé mis medias, supongo que formarán parte de alguna morbosa colección....


NO SOY PERFECTA YA LO SÉ, NO HAY DUDA
PERO SOY LA PERFECTA PARA TI, LA TUYA.

1 comentario:

  1. Para un comedor de coños profesional como soy yo es un relato muy sugerente y lascivo, me ha gustado mucho. Un saludo...Pero Freeman

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