miércoles, 18 de noviembre de 2015

Segundas oportunidades

LLevaba días insistiendo, quería volver a verme pero yo no tenía especial interés en hacerlo.
El primero había sido uno de esos encuentros que te dejan como estabas, esos que no te aportan nada, que no dejan huella en ti.

Era joven, rozaba los treinta. Tenía un buen cuerpo y era alto.
Entregado en la cama, bueno en el lenguaje de las palabras sucias. Pero no hubo química, no sentí ese feeling.....A todos nos ha ocurrido varias veces, supongo.

Una mañana en la que yo estaba bastante apurada, me contactó de nuevo. Yo aun tenía que hacer gestiones antes de regresar a mi casa a hacer la comida para irme a trabajar.

Le dí, como era habitual, varias negativas; pero él insistía e insistía....Le dije que tenía que hacer la comida, pero aún así quería venir a mi casa.
Cansada de dar explicaciones le dije: -como no me ayudes a hacer la comida, no se me ocurre otra cosa que puedas hacer hoy conmigo- y entonces fue cuando todo cambió. 
 -Voy a tu casa y te hago la comida desnudo, si quieres- me dijo.
En ese instante dejé de pensar con la cabeza para comenzar a hacerlo con el coño.

Comencé a jugar. Le dije que aceptaba siempre y cuando viniera, se desnudara y no hiciera nada más que dejarme observarle mientras yo cocinaba. Aceptó. -no podrás tocarme y, por supuesto, no follaremos.- Aceptó de nuevo.

A veces pienso que me dejo convencer demasiado rápido cuando hay morbo por el medio.

En escasa media hora se presentó en mi casa. Yo estaba comenzando a cocinar pasta. Le dejé la puerta abierta y entró a mi cocina. Sin mediar palabra comenzó a desnudarse. Ya estaba erecto. Tenía una buena polla, de esas que da gusto comer. 

Me pareció divertido ponerle un delantal, era como una especie de fantasía por cumplir. La verdad es que le quedaba de escándalo, sobre todo por detrás...

Al principio fue obediente, pero sólo al principio. A los cinco minutos ya lo tenía detrás mía rozándose contra mi culo. Uffff.
Me besó el cuello y me dijo susurrando: -quiero comerte el coño.- No hizo falta escuchar más para sentir que me mojaba entera.

Se separó de mí y comenzó a tocarse. Me encanta que los hombres se toquen para mí. Se acariciaba el torso, los brazos, su polla.....

-Quiero comerte el coño, quiero comerte el coño.- No paraba de repetirlo y a mí cada vez me apetecía más que lo hiciera.

Mientras yo escurría la pasta, metió la mano por mi pantalón y comprobó el efecto que sus palabras estaban provocando en mí. Ahí me rendí. -Vamos a la cama.- Le dije.

Me cogió de la mano y él mismo me llevo, al fin y al cabo ya se sabía el camino.

Me quité el pantalón y las bragas mojadas  y me tumbé en la cama con las piernas bien abiertas para él. Entonces comenzó a cumplir su deseo y me lo comió. De rodillas, junto a mi cama y en delantal....uffff.

La verdad, este encuento no tuvo nada que ver con el primero. En aquella ocasión, el chico pasó por mi cama sin pena ni gloria y, esta vez, fue merecedor de escrirle un post.

-Ahora quiero follarte" me dijo. Podía pedirme la luna que en ese momento se la hubiera dado. Me había corrido pero aún seguía cachonda, caliente, deseosa.... Quería más, necesitaba más.
Cojí un condón de mi mesita de noche y se lo dí. 
 Se quitó el delantal y me dijo: -me correré rápido porque te tengo muchas ganas, pero no te preocupes que yo seguiré empujando hasta que te corras tu." Escuchar eso me encantó.

Y así fue, en unas cuatro o cinco embestidas se corrió y siguió trabajando hasta que también, y por segunda vez, me corrí yo.

Sólo quedó tiempo para un aseo rápido en el cuarto de baño. El tiempo juegaba en nuestra contra. Dos besos de despedida, de esos que suelen dar los chicos que tienen pareja y les cuesta separar romanticismo con puro sexo.
Y la promesa de volver a verse.

Me encantó. Creo que volveré a llamarle cuando vaya con prisa y no me de tiempo de hacer la comida. Yo quizá me quede sin comer, pero él al menos me comerá a mí el coño.

NO SOY PERFECTA YA LO SE, NO HAY DUDA
PERO SOY LA PERFECTA PARA TI, LA TUYA 

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