lunes, 20 de agosto de 2018

Voyeaur

Me ha costado llegar hasta este sofá, no es fácil conseguir una pareja que se deje observar mientras follan.
Pero esta es una fantasía que rondaba mi cabeza hace meses y mi empeño me ha ayudado a poder satisfacerla.

Son una pareja joven, ambos rondan los treinta años. Por lo que me han contado, están comenzando a descubrir el mundo liberal, aunque de manera tímida y pausada. Han conocido ya algunos perfiles y con un par de parejas han tenido algún encuentro. Este verano se han propuesto visitar algún local y yo les he brindado mis conocimientos sobre el tema. Quizá, sólo quizá, me anime a acompañarles la primera vez que se decidan a cruzar el umbral de uno de ellos.
Sé que para muchas personas es importante no acudir solos a este tipo de lugares porque el miedo a lo desconocido es un hándicap que resulta complicado superar.

De momento, han accedido a dejarme mirarles mientras juegan en su propia cama. Eso les brinda una tranquilidad que les ayudará mucho a disfrutar del morbo de dejarse ver sin presiones ni lugares que les podrían intimidar.

Me han ofrecido la posibilidad de participar si en algún momento  me apetece, pero educadamente he rechazado la oferta. Tan sólo deseo mirar. Ni siquiera voy a tocarme como muchos podrían pensar. El placer de mirar mientras otros juegan es lo único que me mueve en esta ocasión.

Me hubiera gustado que la chica estuviera algo entrada en carnes, porque así me gustan a mí las mujeres; gorditas, con tetas y culo grandes. Pero esta chica es delgada y de pechos pequeños. Su cara es bonita, lo cual ayuda mucho para que yo disfrute verdaderamente mirándola.

El chico es salado, con la espalda ancha y el culo redondito. Luce un poco de tripita y sus brazos son fuertes. Es un hombre alto, como a mi me gustan y ocupa bastante más que ella, cosa que visualmente me parece imprescindible en una escena de cama.

Hemos convenido que en el momento que yo llegase a su casa ellos ya estarían jugando, para así darles la oportunidad de ir calentando el ambiente y no comenzar tan "en frío".
Me preguntaron si deseaba ver alguna escena en particular o si debían ayudarse con algún juguete, pero yo les respondí que sólo deseaba que fueran ellos. La gracia reside en que actúen del mismo modo que harían si nadie estuviera observándolos. La naturalidad con todo lo que conlleva.

A la hora convenida he llamado a su timbre y me han abierto. Tal y como esperaba, la puerta de su casa estaba abierta y yo me he dirigido hasta su habitación, donde me los he encontrado desnudos y jugando. Tras un "hola" he ocupado mi sitio y aquí estoy, disfrutando como una enana.

Agradezco que cada postura que hacen, tanto para comerse, tocarse o follar, procuran hacerla de manera que a mí me coja en buen ángulo y así no me pierda ningún detalle. Mi sonrisa de satisfacción se lo agradece cada vez que me miran. Noto en sus miradas que les está encantando la experiencia.

Dedican un buen rato a hacerse un 69, ella encima de él. Me gusta que así sea porque la postura permite ver el culo de ella en todo su esplendor, abierto. No es una chica demasiado ruidosa cuando gime y  no grita en ninguna ocasión. Sus gemidos se parecen a los de una gatita. El apenas emite sonidos de placer. Una pareja silenciosa en general.

El silencio lo rompen las bocas mientras comen, succionan y lamen. El sonido de la saliva junto con los fluidos unido a los esfuerzos de las bocas por dar placer llenan la habitación de sonidos celestiales para mis oídos. Ella es una de esas mujeres que emiten muchísimo ruido cuando están comiendo polla, esas que son más bien rudas en el momento de hacerlo. Siempre me hizo gracia ese tipo de sonido que consiguen algunas pues, sea cual sea el tamaño de la polla que se están comiendo, parece que tuvieran dentro un miembro colosal que les llena entera la boca.
Me llama la atención el hecho de que no le toca los huevos en ningún momento; ni se los toca ni se los come. Quizá a él no le gusta demasiado que jueguen con ellos  o, tal vez,  a ella no le dió por pensar que también pueden formar parte del juego y el placer. 

Por su parte él es más delicado a la hora de comer coño, intercala movimientos rápidos de lengua con lametazos que la recorren desde el ano hasta el clítoris. Cada vez que él acaba ese recorrido, a ella se le escapa un temblor que le recorre todo el cuerpo, se nota que le está gustando.
Le noto entregado, siento que la chica le gusta de verdad. Se ve en la manera que coje sus nalgas y las aprieta contra si mientras la come, el modo en que abraza su cintura para apretarla fuerte contra él, la intensidad con la que le penetra el ano con la lengua, con movimientos de cabeza entre rítmicos y ansiosos.
La chica es de las que se mojan fácil y mucho y he podido apreciar unos tres orgasmos en el tiempo que dura el 69. En cada uno, le deja a él la cara empapada y hace que el sonido de la lengua contra el coño se haga aún más sonoro y sensual.

"Para, para, que me corro" le susurra él. Entonces ella se saca la polla de la boca y se dispone a cambiar de posición. Ambos miran para mí divertidos y yo les respondo con un guiño y una sonrisa.

La chica, cuya piel tiene un aspecto muy suave y está bronceada, amén de perfectamente depilada, se coloca a cuatro con su culo en pompa mirando hacia mí. Me encanta la escena. Su culo no es muy grande pero es redondito y en esa postura gana mucho. Tiene el coño y el agujero del culo dilatados y ambos brillan de la mojadura que aun conserva. Esta preparada para cualquier tipo de penetración.
No niego que en ese momento a cualquiera le hubiera costado un mundo no lanzarse a ese coño con la boca abierta y la lengua ansiosa, pero hoy toca disfrutar de mirar sin perderse en otro tipo de placeres.

El chico, que ha estado bebiendo un poco de agua, aun mantiene la polla dura y preparada. Lo bueno de ver jugar a una pareja estable es que no hay necesidad de usar preservativo, con todo lo bueno que eso conlleva...

Se acerca a ella por detrás, le da un leve azotito en una de sus nalgas y se prepara para penetrarla. 
Esta es una de las escenas que más me gusta contemplar: los movimientos rítmicos del hombre mientras se folla a una mujer. Observar el cuerpo desnudo desde atrás de un hombre de espalda ancha y buen culo  mientras entra y sale de una mujer me vuelve loca.

Las tetas de ella, aunque pequeñas, bailan al ritmo de las embestidas. Éstas no son especialmente intensas, pero sí rítmicas y constantes. Se nota que follan con bastante asiduidad, el chico tiene un aguante considerable. 

Me gusta como la sujeta por la cadera mientras la folla y, de cuando en cuando, la coje del pelo o le da un pequeño azotito. Sin embargo, siguen siendo ambos bastante silenciosos, quizá sea la pega que podría ponerles. Creo contar, sin equivocarme, que ella ha alcanzado el orgasmo dos veces. Lo he notado en su respiración, pues de otro modo resulta imposible detectarlo.

Ella decide que quiere cambiar de postura y aparta su coño de él. Entonces se coloca boca arriba y él vuelve a insertarse dentro de ella. Les gusta con los pies de ella sobre el pecho de él.
No estarán mucho tiempo en esta postura, pues ella abrirá las piernas y le abrazará a él con ellas. Es en ese momento cuando el chico acelera el ritmo de sus empujones y comienza a jadear. Mientras ocurre veo que ella ha vuelto a correrse y él ya está cerca de hacerlo. Es entonces cuando él emite un sonido gutural muy grave, casi lastimoso y se queda paralizado sobre ella, con todos los músculos de su cuerpo tensionados. Me encanta pensar que en ese momento se está corriendo dentro de ella y la está llenando de leche calentita y viscosa. 

Para satisfacer del todo mi fantasía, el chico se aparta rápidamente de ella, que continua con las piernas bien abiertas. Es entonces cuando veo salir de su lindo coño aun palpitante, el preciado líquido. Le arrolla camino a su culo y él con su dedo se encarga de esparcirlo bien. Eso me encanta, me vuelva loca y me excita a maneras iguales. 

Entonces él se deja caer en la cama exhausto junto a su chica. Es ahora por primera vez cuando les veo besarse en la boca. Comienza su momento de intimidad y yo ahí ya no tengo cabida. 
Les doy nuevamente las gracias y me despido. Me voy del mismo modo que llegué, casi sin hacer ruido. 

Me gusta pensar que tras este merecido descanso, en un ratito, ambos volverán de nuevo a la carga. 

Mi fantasía está cumplida y yo me voy satisfecha.

1 comentario:

  1. Observar a tu pareja follando, y a otras parejas, siempre me produjo mucho mórbo y estoy seguro que después volverían a disfrutar mientras comentaban el mórbo que les produjo que los mirase. ��

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