miércoles, 15 de enero de 2020

Tercera en discordia

Cuando me habló de su interés por conocer cómo funcionan los locales liberales con el fin de satisfacer a la chica a la que se folla de cuando en cuando, se me antojó divertido ofrecerle acompañarles una noche de viernes a uno de ellos y pasar una maravillosa velada con ambos.

En el momento en que se lo dije, sintió un escalofrío que recorría todo su cuerpo, como un rayo que entró por el oído y se hubo disipado a través de su polla, de repente erecta.
La mezcla de deseo por vivir la experiencia y el recelo ante lo desconocido le hicieron dudar unos minutos. Es un hombre inteligente: aceptó. 

Ambos son muy atractivos.

Él; alto y esbelto, con barba poblada, melena larga rizada y unos preciosos ojos azules que le hacen destacar sobre el resto. Es guapo y lo sabe. Llama la atención y lo sabe. Pero no resulta presuntuoso ni altivo. Tan sólo aprovecha con una encantadora naturalidad el privilegio del que fue dotado por la naturaleza, sin excesos ni aspavientos. 
Cercano y dulce en el trato, dominante y salvaje en el sexo.

Ella, una bella mujer de cuerpo pequeño y gran melena negra. Hace honor a su cuba natal con un poderoso culo y unos pechos pequeños pero bien puestos. 
Siempre dispuesta a obedecer los caprichos que a él se le antojen. 

La cita comenzó en una sidrería. Resultaba ideal entablar ciertas confianzas entre los tres mientras tomábamos algo y decidimos cenar algo frugal como preámbulo a la noche que nos esperaba.
Charlamos de mil cosas, apenas tocamos el tema del sexo, me apetecía que los tres nos sorprendiéramos "in situ" en ese aspecto.

Atravesaron la puerta del local excitados y nerviosos pero bien acompañados por mi templanza y experiencia.
Tras pedirnos las bebidas en la barra les llevé hasta una de la mesas que están sitas enfrente al jacuzzi. 

Me gustó ver sus caras, las mismas que todos ponemos la primera vez que entramos en uno de estos locales. El olor de las velas, la luz tenue, el sonido de la música de ambiente y los gemidos que se escuchan de cuando en cuando de fondo, junto a la sensación de verse observado sin vergüenza por el resto de personas, resulta muy impactante. Lo que se ve, se siente y escucha en estos lugares por primera vez, deja un recuerdo de por vida en cualquiera que se decida a atravesar sus puertas.

En cuanto se sentaron les trasmití mis intenciones. En esa noche yo deseaba verlos follar y tan sólo participar en momentos puntuales. Sólo debían disfrutar y dejarse hacer....

No tardaron en entrar en calor y, cuando los tres nos quisimos dar cuenta, ya estábamos metidos en el agua. Enseguida se comportaron con una sorprendente naturalidad y se dejaron llevar por el placer y la excitación.

Gocé viendo como se besaban, como se tocaban y retorcían de placer. Me encantó ver la dedicación con la que ella le comía la enorme polla y la forma en la que él, cogiéndola por el pelo, la obligaba a metérsela entera en la boca. Fue entonces cuando decidí ser yo misma quien se la diera a comer, ofreciéndosela con mi mano.
La cara de vicio de él y el gesto de sumisión de ella me enloquecieron de tal modo que no pude evitar comenzar a masturbarme mientras me lanzaba a besar la boca del hombre, que me respondió con un beso salivado y salvaje.

Entonces les invité a acompañarme al enorme tatami que el local posee en la parte de arriba y ambos me siguieron sin dudarlo.

Me encantaba observar sus cuerpos desnudos, en perfecta sintonía: él grande y ella pequeñita, tan manejable para que él hiciera con ella todo lo que deseara.... La movía a su antojo y ella se dejaba hacer complaciente.

Él se tumbó boca arriba y, sin apenas esfuerzo, la colocó sobre su cuerpo de tal modo que el coño quedo expuesto, bien abierto, para mí. Cuando le insertó la polla con firmeza el vicio me inundó mientras observaba los movimientos rítmicos y muy impetuosos con los que ella, al balancearse, metía y sacaba la polla de su precioso coño perfectamente depilado.

Me acerqué a ellos y, de rodillas, comencé a lamer los huevos. Cuando él sintió el calor de mi boca dio un salto con la cadera, apretó el culo e, incluso, pude sentir como se le escapaba un gemido entre los sonidos guturales que emitía.
De ahí comencé a subir con mi lengua hasta su polla, de tal modo que se alternaba con el coño en mi boca. 
En dos ocasiones sentí como ella se corría, no sólo por los gemidos y el aumento de la cadencia de sus movimientos, sino porque regó su polla y mi boca de delicioso néctar del placer.
Mientras, él le apretaba fuerte las tetas, peñizcando sus pezones sin piedad.

Sólo cuando él lo decidió, cambiaron de postura. Con la misma facilidad, sacó la polla de su coño aun palpitante y dilatado y la levantó para apartarla de él e indicarle que se colocara a cuatro, orden que obedeció sumisa.

Le dio una buena ración de azotes, que sonaron implacables en todo el local. Me sorprendió no escuchar ni una sola queja en ella, los recibió en total silencio y contención. Cuando tenía el culo suficientemente rojo y dolorido la embistió sin aviso ni piedad. 
Quedé impresionada por el modo en que la follaba porque no era salvaje pero tampoco calmado. Un ritmo casi hipnótico, controlando en cada movimiento lo que hacía. Con una mano arañaba su espalda, dejando sus uñas marcadas sobre su tostada piel y con la otra tiraba de su pelo con fuerza, estoy segura que causándole mucho dolor, obligándola a tener la cabeza echada hacia atrás todo el tiempo.

Reconozco que aun tengo en las retinas ese culo moviéndose acompasado. 

Me acerqué al hombre y le susurré que, cuando él se corriera, yo sería la encargada de dejar el coño bien limpio. Sé que le encantó la idea, sus ojos me lo dijeron todo.

Hubo que adaptarse un poco para que yo pudiera tumbarme boca abajo de tal modo que tenía vistas privilegiadas a la tremenda follada, a la espera de mi regalo caliente servido en el más sabroso de los envases.
Mientras tanto, de cuando en cuando, él sacaba la polla para darme de mamar. Caliente y con sabor a coño, una delicia irresistible. 
Sin esperarlo, de repente sentí el calor de una boca en mi coño. Ella, obedeciendo órdenes, comenzó a comerme. Entre lo inesperado del momento, el sorprendente buen hacer de ella para ser la primera vez y lo excitaba que yo estaba, no tardé en correrme mientras me retorcía de placer.

Pude comprobar como ella alcanzaba varios orgasmos, uno a la vez que el mío, mientras yo observaba muy de cerca el modo en que él le daba  placer y veía el rebote de los huevos contra ella.

Sentí como el hombre se acercaba al orgasmo, sus embestidas se volvieron más rápidas e intensas y comenzó a gruñir fuerte.


Entonces......el súmun. Cuando hubo terminado de llenarla hasta la última gota de su placer, se echó hacia atrás obligando a su polla, todavía erecta, a salir de ella.  

Todo se paró, hasta el tiempo parecía haberse parado. Fueron segundos pero fueron indescriptibles. Mi boca esperaba abierta y ansiosa. Y, por fin, comenzó a asomar de entre su hinchado coño, mi regalo. 
Comenzó a resbalar por ella para caer, aun caliente, en mi boca. Placer.
Cuando ya no arrollaba más, la abracé por las caderas y la atraje contra mí, para terminar de limpiar la leche que esa noche era mía.


Exhaustos, se tumbaron uno junto al otro intentando recuperar el aire y las fuerzas. Me acerqué a ambos para despedirme y él me sorprendió con un beso cálido, largo y tierno. Me dio las gracias y yo le guiñé un ojo.
A ella le dí un piquito en los labios y me despedí de ambos con una gran sonrisa.

Me duché, me vestí y me fui satisfecha.









4 comentarios:

  1. Como me ponesss!! Me ha encantado.

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  2. Uuufff...como me encantan estas situaciones...

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  3. Excelente, indescriptible. De verdad al entrar hace poco en su perfil de Facebook no pensé encontrar tan buen material.

    Gracias por compartir.

    Lindo resto de día.

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  4. Que bonito dejarse llevar, disfrutar el momento y k las cosas surgan solas sobre la marcha. Esos momentos son los k merecen la pena en la vida

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