jueves, 18 de agosto de 2016

Mi reflejo

Hoy estamos las dos frente al espejo. Mi imagen y yo.

No han pasado tantos años, apenas tres y, sin embargo, la mujer que veo en el reflejo nada tiene que ver con la que vestía mi piel en ese pasado tan cercano.
A veces pienso que el germén ya crecía dentro de mí, a escondidas, nutriéndose de mis deseos y anhelos; esperando, paciente, a que un brote de locura desatara el cambio o a que llegara, por fin, la gota que haría rebosar el vaso de mi paciencia. 

Y, un día, la oruga se convirtió en mariposa. Una mariposa delicada y frágil pero de fuertes convicciones y gran personalidad. La ternura y la sensualidad envuelta en belleza y gracilidad.

Antes de descubrirme como una mujer abierta, pasional, cariñosa, sexualmente activa y bastante viciosa yo tan sólo era una persona común con una vida común. Eso sí, con la imperiosa necesidad de trasmitir, de gritar mi verdad, de darme a conocer y de conocer a los demás. Me faltaba algo y no sabía descubrír de qué se trababa. Pero de lo que si estaba segura era de que me sentía una mujer incompleta.

Ahora, frente a mí, en este espejo, encuentro una mujer serena y llena de matices. Segura de mi misma y orgullosa de ser quien soy y de la persona en la que me he convertido. 
De la misma manera que muchas personas se encuentran realizadas y trasmiten todo lo que llevan dentro a través de la música, el arte, su trabajo, la religión o su entrega a los demás yo encontré mi sitio, casi sin darme cuenta, en el placer sexual. Resulta muy complicado explicar algo así porque ya lo es de por sí separar el sexo del acto puramente carnal. Quizá el resumen más certero sea decir que yo me he encontrado a mi misma a través de la promiscuidad, sexual y del alma.

Mi primer encuentro fue fruto de la casualidad o, quizá, mi destino me tenía reservado ese bautismo sexual. Dos desconocidos, una mirada que dura minutos, el deseo floreciendo entre las piernas y entre los ojos y, de repente, el placer . El placer de lo prohibido, de lo inalcanzable. Y ese dulce placer se queda grabado de tal modo en las entrañas que puedes pasarte el resto de tu vida volviendo a buscarlo, una y otra vez, en personas distintas.

Entonces descubres que no eres invisible, más bien al contrario, era yo la que tenía los ojos cerrados, la que estaba ciega. Es imposible mirar al cielo a través de una ventana que tiene los cristales sucios. Por eso, cuando cae la tormenta y la lluvia golpea fuerte contra el vidrio el polvo acumulado desaparece y, entonces, te das cuenta de todo lo que te estabas perdiendo por no limpiar una sucia ventana.
Quise ver más y decidí hacer limpieza y ventilar. Entonces descubrí que tambíén podía respirar aire limpio, aire fresco. Durante largo tiempo sentí lo más parecido que conozco a la felicidad.

Me encanta conocer personas nuevas, me llena nutrirme de experiencias, aprender de los consejos, de los errores de los demás y de los propios. Y, claro, el mundo estaba ante mis ojos. Y yo estaba ávida por comérmelo a bocados, sin miedo a atragantarme. Demasiado tiempo perdido, demasiado por recuperar.
En todo este tiempo puedo presumir de haber conocido personas maravillosas, fantásticas, divertidas, extravagantes, algo locas, muchas faltas de cariño, otras con mucho vicio, desequilibradas o demasiado organizadas, personas tiernas o muy frías, hombres y mujeres que por diversas razones llegaron hasta mí y me regalaron un trocito de sí mismos. Los recuerdos, en su inmesa mayoría son buenos. Por supuesto, alguna mala experiencia me he tenido que tragar. Pero soy consciente del mundo en el que me muevo y me hago cargo de las consecuencias.

Me apasiona el sexo, es cierto. Pero la forma en que lo vivo e intento trasmitir no se ajusta a lo que comúnmente se espera de una mujer abierta de mente sexualmente hablando. El sexo para mí es una forma más de entrega, de cariño, de amistad, un modo de compartir algo muy tuyo con personas tanto conocidas como desconocidas. Odio el follar por follar, odio el "aqui te pillo, aquí te mato". Aún si tengo un encuentro casual y repentino procuro que este sea en un ambiente de ternura, deseo, complicidad y entrega.
Soy incapaz de ver el sexo como algo sucio y oscuro. Disfruto con prácticas sexuales de lo más variado y muchas de ellas quizá no sean probadas en toda su vida por muchas personas. Incluso entiendo que alguna pueda llegar a ser tildada de extrema para la mayoría. Pero eso no quiere decir que yo sea una persona zafia, cerda, maleducada o sucia. Al contario, puedo hacer estremecer de placer a un hombre mientras le sodomizo, regalándole mi ternura, mis caricias y cuidados.  
Adoro enamorarme en cada encuentro y adoro sentir que se enamoran de mi. Busco que el tiempo se pare en la estancia en la que comparto placer durante unas pocas horas y tan sólo existamos esa o esas personas y yo. Para que después todo se quede en un gran sueño de esos que te dejan un maravilloso sabor de boca.

Siempre tengo una sonrisa, una buena cara, un buen gesto...Procuro mostrarme cercana, empática, natural. No tengo problema en mostrar mis virtudes y mis defectos, porque ambos forman parte de mi esencia. Pero no siempre recibí lo mismo a cambio. La entrega no siempre es recíproca. Pocas personas saben valorar lo que se les ofrece, lo que se les regala.
Eso sí, cuando me encuentro con alguien así, puedo llegar a tocar el cielo con la yema de los dedos. Y es entonces cuando recuerdo por qué sigo aquí y de este modo.

Sin embargo ya no soy la misma, hace meses que no lo soy. Y eso no es malo, al contrario, es necesario encontrarse en continuo cambio. Renovarse de continuo o morir. El morbo se agota, auque parezca imposible, ocurre. El primer año me parecía algo inagotable, estaba ansiosa por vivir nuevas experiencias, por conocer mis límites y por llevarlos al extremo. Y lo hice, aproveché el tiempo. Gracias a eso cuento en mi haber con grandes momentos, grandes vivencias que me han enseñado y regalado mucho. Pero una vez que lo recorres todo, las situaciones comienzan a volverse cotidianas y, algo que para otros es la bomba, para mi solo es un momento más.
Es por ello que ahora priorizo a las personas por encima de las experiencias.

Llevo días con una balanza entre las manos y cada vez que encuentro una razón la coloco en la parte que le corresponde para, llegado el momento, saber qué es lo que pesa más. Entonces la vida me dirá si merece la pena seguir en este mundo del sexo libre o es mejor volver a ser la persona que fui, aunque con la mochila cargada de vivencias que la han enriquecido.

Sé que como todo, esto no es eterno. Y llegará el día en que, de manera natural, todo se acabe. Lo busque yo o no. Y entonces será otra cosa la que me llene. Pero esto que estoy viviendo ya formará parte de mí y nadie me lo podrá arrebatar. Ese pensamiento me hace feliz porque ahora sé que cuando se cierra una puerta, una ventana se abre....

Mientras tanto seguiré  respirando aire limpio, seguiré escuchando latir fuerte a mi corazón y sintiendo palpitar mi sexo en cada encuentro. Aprovecharé  las oportunidades que la vida me brinde y disfrutaré dejándome sorprender por ella.

Lo que tenga que llegar, llegará y yo no seré nadie para llevarle la contaria a mi destino.

Mente abierta, corazón limpio y sexo húmedo. 



NO SOY PERFECTA YA LO SE, NO HAY DUDA
PERO SOY LA PERFECTA PARA TI, LA TUYA



6 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Cierto, pero incluso la más jugosa de las naranjas acaba por terminar, un día, su zumo....

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  2. Nos ha encantado este post y sus reflexiones. Nosotros también priorizamos las personas a las experiencias ;)

    Besos de Morbo_y_Lujuria.

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    1. Me alegra mucho saber eso. El sexo es más que cuerpos desnudos....
      Un besazo para los dos.

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