sábado, 30 de abril de 2016

Placer absoluto


Después de varias semanas hablando conmigo, primero por chat y después por teléfono, el deseo de entregarte por entero a mí iba en aumento.
Con cada palabra me sentías más cerca, más accesible, más real. El sonido de mi voz, unido al calor de las palabras que salían de mi boca, te transportaban a las puertas de un paraíso que ansiabas conocer.  Día a día,  la impaciencia comenzaba a ser palpable; la sensación de sentirte excitado todo el tiempo te mantenía inquieto y ansioso.
Sin entender por qué, me sentías especial y distinta. Desde la primera charla sabías que el mero hecho de conocerme ya había merecido la pena y cada día que pasaba tan sólo servía para aserverarte en esa idea.

Necesitabas ya que llegara este día, tu cabeza y tu polla no soportaban más la angustia y el deseo.

Y hoy, por fin, estas invitado a mi cama.

Esta noche, en torno a las 9, te espero en mi habitación.

Llama al timbre y sube, encontrarás la puerta de mi casa abierta. Recorre el pasillo y llegarás a mi cuarto, donde yo estaré para recibirte.

La luz y el aroma lo pondrán las velas, dándole a la estancia la atmósfera perfecta para lo que va a ocurrir ahí dentro.

Me verás tumbada, vestida con un picardías y  medias negras y dulcemente perfumada con mi fragancia favorita.

Te pediré que te desnudes y yo disfrutaré observándote mientras lo haces.

En ese momento, tu corazón palpitará a más velocidad de lo habitual, notarás tu boca seca y sentirás que la situación se te escapa de las manos. Pero, a la vez, sólo pensarás en obedecer mis deseos y entregarte por completo a mí. La excitación y la novedad provocarán en ti una extraña sensación y no lograrás distinguir si es de placer o de angustia. Pero sentirás un irrefrenable impulso de seguir adelante.

Una vez te hayas desnudado, te indicaré con un gesto que te tumbes en mi cama, junto a mi.

Te besaré y sentiré como te estremeces. Tu cuerpo temblará y, por un instante, creerás que te vas a desmayar. La mujer que tanto deseabas conocer estará aquí, junto a ti. Y, al fin,  se va a hacer dueña de tu cuerpo y de tu mente; tal y como tantas noches deseaste e imaginaste mientras te regalabas orgasmos de los que yo era dueña. Durante dos  horas estarás a mi merced. Sabes que te trataré con mimo y te regalaré un placer que nunca antes habías experimentado. El placer que te elevará hasta casi tocar el cielo con la yema de los dedos.

Una vez haya conseguido que te tranquilices y sienta que tu respiración suena menos agitada, te pediré que te des la vuelta y te coloques boca abajo. Con suma delicadeza abriré tus piernas y un escalofrío recorrerá toda tu espalda.

Expectante, hundirás tu cara en la almohada intentando imaginar qué ocurrirá después, recreándote en saber que tu fantasía esta próxima a cumplirse. Tienes miedo al dolor, pero confías plenamente en mi y estás dispuesto a dejarte hacer. Todo tu, enterito, en mis manos.

Cuando escuches el sonido húmedo, jugoso y gelatinoso que el lubricante hace al salir de su envase no podrás evitar volver a estremecerte. Para entonces, ya tendré mis dedos preparados para sodomizarte. 

Comenzaré acariciando tus nalgas y estas responderán poniéndose duras, como a la defensiva. Instantes después te relajarás y volverán a su tersura original. Poco a poco, iré buscando el camino que lleva a tu agujero y comenzaré a dibujar pequeñas circunferencias alrededor del mismo. Me entretendré varios minutos haciendo el mismo recorrido, saliendo hacia tus nalgas para volver a la entrada de tu culo.
Te vendrá al pensamiento el convencimiento de poder llegar a volverte loco de placer.

Entonces, ocurrirá. Y ya nunca volverás a ser el mismo. Tendrás mi dedo dentro y no sabrás  cómo ha ocurrido.  Placer, placer absoluto. Gemido ahogado contra la almohada. La polla, de repente, dura como una piedra.
Por primera vez en tu vida, acabarás de sentirte penetrado y la sensación será fantástica.
Una sensación de presión dentro del  culo, como si estuviera lleno a rebosar y a punto de explotar, mezclada con una suerte de extrañas cosquillas que se traducen en un inmenso placer.
Desde ese instante, desearás que no saque mi dedo jamás de ti. 
Como si te leyera el pensamiento, acompañaré al primero de un segundo dedo y el placer y la sensación de presión se multiplicarán.
Tu culo apretará fuerte indicando que no quiere dejarme escapar y succionará mis dedos hacia dentro, hasta el fondo. Porque, instintivamente, tu culo sabrá que cuanto más profundo, más placer.

Los gemidos y las manos agarrando fuerte la almohada me indicarán que lo estoy haciendo bien, que voy por el camino correcto. Sabes que no quiero que sientas dolor y, al mínimo atisbo, pararé y sacaré mis dedos.

Transcurrida media hora que a ti te parecerá un minuto te pediré que te des la vuelta. Querré verte boca arriba y bien abierto para mí. Colocaré tus rodillas sobre tu pecho y te mandaré que con tus manos separes tus nalgas dejando tu agujero bien abierto para mi. Esa orden te excitará más si cabe y obedecerás complaciente.

Pasarán tan solo segundos hasta que vuelva a penetrarte y, sin embargo, a ti te parecerán horas. Cuando mis dedos estén fuera de ti, te sentirás incompleto. Te parecerá imposible que hayas sido capaz de vivir sin haber experimentado nunca semejante sensación. 

Tu agujero se abrirá y cerrará como pidiendo más guerra y en cuanto acerque el primer dedo se dilatará indicándome el camino que antes recorrí y que deseará sentir mi presencia de nuevo. Es por ello que un dedo ya se quedará pequeño, que dos serán suficientes, pero que tres volverán a regalarte la sensación de plenitud.

Ahora podré ver tu carita y podré escucharte gemir sin que ahogues el sonido contra la almohada. Para ti también aumentará el placer al verme a mi jugar contigo y la satisfación reflejada en mi cara.

Cuando lo crea conveniente, te pediré que comiences a masturbarte. Por supuesto, lo harás encantado. 
Sabes que ese será el camino para llegar a un orgasmo distinto y desconocido para ti, el camino al placer más sublime. 
Cuando comiences a tocarte sabrás que este no tardará demasiado en llegar, pues tras casi dos horas de pura excitación, será imposible aguardar demasiado tiempo sin correrte.

En poco tiempo y de manera paulatina, irás aumentando el ritmo de la masturbación. Yo sabré que tu orgasmo está muy cerca cuando empieces a apretar el culo ejerciendo muchísima presión sobre mis dedos. 
Tus gemidos, tu agitación y tu cara también serán un lenguaje muy preciso para indicar que la leche no tardará demasiado en derramarse sobre ti. 

Y entonces, llegará. El mejor orgasmo que recuerdas recorrerá todo tu cuerpo y no podrás evitar gritar de placer al sentirlo. La leche comenzará a brotar de tu polla como fuegos artificiales celebrando lo que estás sintiendo. Creerás que nunca se acaba, será más intenso y largo de lo que estas acostumbrado y tu culo apretará mis dedos hasta el final cuando, exhausto, se afloje por completo y los deje salir aceptando la derrota. 

Pasarás más de cinco minutos buscando recobrar el aliento e intentando ponerle nombre a lo que acabas de vivir. Placer, no te vendrá otra palabra a la mente. Placer absoluto. 

Y yo, satisfecha de haberte desvirgado, me tumbaré a tu lado mientras descansas. Te daré un beso en la mejilla y te susurraré "gracias" al oído.

Nos despediremos con la clara intención de volver a vernos. Y, ambos, con una enorme sonrisa en la cara, nos sentiremos afortunados de habernos conocido.




NO SOY PERFECTA YA LO SE, NO HAY DUDA
PERO SOY LA PERFECTA PARA TI, LA TUYA.

jueves, 14 de abril de 2016

Sorpresas te da la vida


Como era de esperar, este nuevo encuentro contigo fue toda una experiencia. Eres el tipo de hombre que nunca deja de sorprenderme, siempre de manera muy grata.

No hizo falta más que una llamada en una fría y aburrida tarde de sábado para tenerte en mi cama esa misma noche a mi entera disposición. Ni las dos horas largas de coche que nos separan son motivo para que no hagas lo imposible por complacer mis deseos.

Destilas sensualidad en cara poro de tu piel y, en muchos momentos, me veo reflejada en ti. Eres algo así como mi espejo en masculino.

Sabes que eres guapo y lo explotas bien, fingiendo una falsa modestia que da el pego. Tu sonrisa es la más bonita de cuantos hombres he conocido y el blanco de tus dientes hace de tu boca un pecado al que resulta imposible rendirse, amén de tu arte para besar.

Tu culo es, junto con tu cara, tu mejor carta de presentación. Un culo redondo, torneado y muy bonito. Un culo que bien podía ser de un brasileño macizo de esos que tan bien saben mover las caderas. En este encuentro me confesaste tu secreto: haces step para mantenerlo  y te lo exfolias antes de cada encuentro para que resulte, aun, más suave de lo que ya lo tienes por naturaleza.
Eres hombre de poco vello y por eso tus genitales y tu culo aparecen limpios y suaves aunque no te haya dado tiempo a depilarte, siempre a la cera.

En la cama, tan cerdo como yo, a veces pienso que más. Gustas de escupir y que te escupan en la boca, de lamer mis bragas mojadas, de comer y dejarte comer el culo.....

Tal y como nos gusta a ambos, jugué durante mucho tiempo con tu culo. Metí hasta tres dedos y después pasé al consolador, esa polla mía de juguete que tantos momentos divertidos me regala. Igual que en anteriores ocasiones te dejaste fotografiar para mi y me diste permiso para publicarlas.

Fueron varias las paradas para follar pues te venía el impulso, la necesidad de hacerme tuya y no podías evitar subirte sobre mí y follarme entera. Era en esos momentos en los que no parabas de repetirme que ojala viviéramos más cerca, que deseabas ser mi amante....La distancia es nuestra barrera y nuestra salvación, de eso estoy segura.

En cada embestida, sentía perfectamente tu polla gorda dentro de mí. Tu polla tiene la capacidad de estar siempre muy dura y eso hace que los anales contigo también sean una maravilla. Eres capaz de follarme el culo sin apenas dificultad y sin necesidad de lubricante. Cierto es que también dedicas mucho tiempo a comerlo y eso hace que mi culo siempre este dispuesto para ti.

Me encantó, como no, volver a tener tu polla en la boca. Ese capullo redondo y gordito, tan bien definido. Con ella la garganta profunda es pura maravilla y me encanta cuando coges de mi pelo y me sostienes unos segundos con mi labios rozando tu pubis y siempre cerca de la arcada.

Quise sorprenderte con algo nuevo y te regale un chupachups. Te mande desenvolverlo y meterlo en mi coño. Una vez bien mojadito te mande sacarlo y chuparlo para mi. Pensé que te volvías loco con la idea.
Me lo introdujiste unas quince veces y no parabas de saborear esa mezcla de sabores, entre el dulce caramelo y mi sabroso flujo.

Pero la auténtica sorpresa de la velada me la llevé yo contigo cuando me pediste que te meara. "Quiero que me mees, Alba" y mis ojos se abrieron como platos. El grado de excitación me subió hasta mis propios límites y comencé a mojarme casi a chorros. Esas palabras sonaron casi divinas en mis oídos.

Cogí dos toallas y las tire en el suelo, sobre ellas te tumbaste. Abrí mis piernas y me coloqué sobre ti. Decidí ponerme a cuclillas y poner mi coño a la altura de tu polla.
Tarde unos minutos en conseguir que el pis saliera, sabes que no me resulta fácil. Pero tu cara de deseo hacía que el que mío porque mi líquido amarillo y caliente se derramara sobre ti aumentara por segundos.
Cuando este comenzó a manar mojé toda tu polla y tu decidiste comenzar a masturbarte. Ambos estábamos en pleno éxtasis. Tardo en llegar, pero lo hizo en abundancia y aun me dio tiempo a levantarme y mojar toda tu barriga y tu pecho. Antes de que mi oro terminara de salir tu llegaste al orgasmo. Una mezcla de semen y orina cubrió tu barriga y la visión de ese espectáculo quedó grabada en mis retinas para la eternidad.
Lo mismo me dijiste tu. Mi imagen en cuclillas primero y de pie después, con la cara de vicio instalada en mi rostro y los gemidos de placer mientras derramaba mi calor sobre ti será el sustento de muchas de tus pajas. Eso, ya lo sabes, me gusta.

Tras la lluvia dorada, ambos nos metimos en la ducha. Te gusta mucho enjabonarme y aclararme, así que me dejé hacer como siempre que estoy en tu compañía.

No dio tiempo a secarnos y tu polla volvía a pedir guerra. Yo también seguía caliente, no era capaz de saciarme de ti, así que volvimos a follar como si mañana se acabara el mundo. Con esa pasión que solo tu y yo le ponemos en la cama.

Cuando te corres, pasas más de diez minutos sufriendo espasmos. Recuerdo la primera vez, me asusté porque creía que te estaba dando un ataque epiléptico. ¡Qué va! Espasmos de placer, porque todos tus sentidos se agudizan al correrte y tu piel se vuelve mil veces más sensible de lo habitual, con lo cual cualquier roce te produce una respuesta inmediata.

Cuando nos volvimos a duchar, ya para despedirte y volver a tu casa, tenías el capullo rojo y dolorido. Mi coño y mi clítoris también estaban doloridos y agotados. Todo ello síntoma de una noche bien aprovechada.

Volveremos a vernos, aunque tenga que volver a pasar otro año. Y, estoy segura de que las sensaciones serán, de nuevo, las mismas. Placer, morbo y entrega absolutos. Te dí y vuelvo a darte las gracias, porque me hiciste pasar una noche de esas que se pueden llamar "inolvidables".






NO SOY PERFECTA YA LO SE, NO HAY DUDA.
PERO SOY LA PERFECTA PARA TI, LA TUYA.