lunes, 28 de enero de 2019

Llena de ti

Estoy exhausta y, aún así, sigo sintiéndome vacía de ti.


Llevamos toda la noche follando y el coño comienza a dolerme cuando me penetras, pero no puedo parar de correrme. Es como si no fuera capaz de parar. Mi deseo por ti, en vez de disminuir, aumenta con cada orgasmo. 


Quiero echarle la culpa al alcohol, pero hace horas que ya debió desaparecer de mi sangre. No soy capaz de adivinar el motivo por el que, en este amanecer, me siento como una perra en celo. 


Tu, mi macho fuerte y entrenado, me sigues el ritmo sin preocupación y apenas esfuerzo. Tienes energía y potencial para sobrevivir a mi lado muchas horas más.


Mi pelo está despeinado por el sudor y el desenfreno, sumado a tus tirones y a las posiciones imposibles que logramos hace ya unos orgasmos atrás. 


Las sábanas están empapadas y han sido varias las toallas que hemos echado a lavar. Hoy los squirts están siendo épicos. 


Mi rímel está corrido, soy lo más parecido a un oso panda y el rojo de mis labios está ya tatuado por toda tu piel.


Nunca imaginé que podría llegar a correrme tantas veces y durante tanto tiempo y, aun así, mi coño sigue emanando lubricación indicando que está preparado para una nueva embestida.


Apenas soy capaz de parar a descansar, la necesidad de sentirte dentro comienza poco después de cada orgasmo. Da igual la intensidad del mismo, en cada uno me siento con ganas de más.


Debemos darnos una ducha y tomarmos un café. Ha amanecido hace un buen rato y nuestros cuerpos necesitan un descanso. Eso es lo que dice la lógica, pero mi coño parece tener otros planes.


Te pido que me folles una última vez antes de la obligada parada y, obediente, vuelves a la carga mientras sonríes. Me conoces bien y sabes que las piernas no me dan para más, así que hace un par de horas que tu te encargas de llevar la voz cantante. 


Yo estoy tumbada boca arriba y con las piernas bien abiertas para ti, con el coño enrojecido pero palpitante. La delicada piel de los labios exteriores y el pubis, está resentida y reseca. Pero no me importa, apenas lo siento. Es peor el fuego que me quema por el deseo, un fuego que no soy capaz de apagar esta jornada.


Despacio, vuelves a entrar en mí, tu capullo está ya muy sensible. Primero marcas un ritmo pausado, tranquilo y armonioso y te mantienes así durante varios minutos. Mi coño, que hace tiempo está tan dilatado que apenas puede apretar ya tu polla, comienza a mojarse a borbotones de placer.
Mis gemidos te indican que quiero más fuerte y tu ritmo comienza a acelerarse. Es en ese momento cuando me encanta cogerte fuerte del culo para sentir como lo balanceas en cada embestida.


Más rápido, más y más.,, Hasta que llega el momento en que las penetraciones se transforman en fuertes embestidas y el sonido de lo mojado de mi coño con el roce de tu polla al entrar y salir, se vuelve tremendamente excitante. Mis gemidos te indican que, una vez más, estoy cerca del orgasmo. 


Te aprieto fuerte el culo y mi boca busca la tuya desesperada, mientras tu te afanas en mantener un ritmo alto y potente. De nuevo, llega mi corrida. Acompañada de gritos y azotes en tu culo, mientras mi espalda se arquea y mis piernas se encogen con la tensión. 


Durante la noche, has alternado tus corridas con la labor de darme expresamente a mi el placer. En esta ocasión, una vez  me hube corrido, puedo comprobar que vas a regalar, de nuevo, tu leche.
Tus corridas son mucho más silenciosas pero no por ello menos intensas. Tus huevos apenas gozan ya de producción de leche y apenas descargas unas gotas dentro mío. Pero no hay nada que me guste más que el comprobar que tu leche acaba en su lugar: dentro de su dueña.


No puedo más, mi cuerpo suplica descanso. En el mismo momento que te apartas de mi, caigo dormida sin darme ni cuenta. Aprovechas y te duermes a mi lado. 


Tres horas después, despertamos. A mi me duele todo y tu estás como si nada hubiera pasado. Me encanta comprobar tu estado físico: siempre fuerte.


Ahora si, decidimos que es hora de levantarnos y darnos una ducha. Cómo no, nos la damos juntos y ambos enjabonamos al otro como si nunca hubiéramos gozado de nuestros cuerpos. Tu polla reacciona a mis caricias y mis pezones la corresponden con el mismo nivel de erección. 


Pero parece que el descanso me ha devuelto la racionalidad y decido que es mejor aclararse, ponerse ropa fresca, hidratarnos y alimentarnos.


Con nuestros cuerpos casi repuestos mudamos la cama y ventilamos la habitación. El olor a sexo impregnaba toda la estancia.


Nos volvemos a acostar y nos dedicamos caricias y conversaciones distendidas que, como siempre, nos hacen reír.


No pasa demasiado tiempo hasta que comenzamos, de nuevo, a besarnos. El deseo no se agota, mi deseo por ti no tiene fin. Sé y siento que es recíproco y eso hace que el mío aumente, más, si cabe.


Veremos anochecer de nuevo desde mi cama, entre jadeos y orgasmos sin fin. A eso de las dos de la madrugada caeremos en un profundo coma, uno dentro del otro, enganchados y en posición fetal.


Esta será, sin duda, una de las experiencias más largas de mi vida. Tendrá que pasar más de una semana para que mi coño pueda sentir pasar el pis sin que me resqueme y mi cuerpo se restablezca de las agujetas y el sobreesfuerzo. Pero, sin duda, todo habrá merecido la pena. 


Sabes que lo necesito, necesito sentirme llena de ti. Y tu, jamás pararás hasta haberlo conseguido.

3 comentarios:

  1. Lo mas parecido a la realidad que leo en mucho tiempo sobre la pasion y el sexo. Estupendo....

    ResponderEliminar
  2. De lo mejor que he leido ultimamente sobre la pasion y el sexo entre dos amantes. Muy grafico...Estupendo. Animo a la gente a seguirte.

    ResponderEliminar